Puntos Clave
- El gobernador declaró estado de emergencia tras la fuga que afectó el suministro de combustible al SEA.
- BP cerró la tubería y mantuvo la línea shut mientras excavaban e investigaban la fuga en Snohomish.
- Aeropuertos y aerolíneas ajustaron operaciones; autoridades reportan sin impactos en vuelos hasta las últimas revisiones.
(Everett, Washington) Un fallo en la red de oleoductos Olympic Pipeline dejó sin combustible a Seattle-Tacoma International Airport y llevó al gobernador de Washington a declarar un estado de emergencia, una medida que busca evitar un mayor impacto en servicios y vuelos mientras continúan las labores de reparación y contención. El anuncio llega después de que el corte en el suministro de jet fuel obligara a replantear la logística de entrega de combustible a la terminal y activara un conjunto de acciones coordinadas entre agencias estatales y federal, así como con BP Pipelines North America, que opera la red de 400 millas por las que fluye el combustible en la región.

El incidente se conoció cuando, durante un mantenimiento de rutina el 11 de noviembre de 2025, se detectó la fuga en un tramo del oleoducto en el condado de Snohomish, entre Everett y la ciudad de Snohomish, según reportes de BP Pipelines North America. La empresa indicó que se encontró una mancha en una zanja de drenaje y que las cuadrillas de limpieza desplegaron barreras y equipos de recuperación de crudo, iniciando excavaciones para una inspección visual. El Departamento de Ecología afirmó:
“While doing cleanup, responders came across some additional product (which was reported to us as diesel). Out of caution, BP shut down the line”
[“Durante la limpieza, los responding encontraron producto adicional (que nos fue reportado como diésel). Por precaución, BP cerró la tubería”], declaración que subraya la cautela con la que las autoridades abordaron la situación, y que se tradujo en una detención temporal del flujo de combustible por parte de la empresa mientras se evaluaba la magnitud del derrame.
La respuesta de emergencia se intensificó con la proclamación del estado de emergencia por parte del gobernador Bob Ferguson el 19 de noviembre de 2025. En su proclamación, el gobernador subrayó la necesidad de mantener el suministro de energía para el aeropuerto ante la interrupción de la infraestructura clave:
“We are in close communication with our state and federal partners. This declaration will help the airport maintain its fuel supply while the pipeline is offline and limit disruptions to travelers”
[“Estamos en estrecha comunicación con nuestros socios estatales y federales. Esta declaración ayudará al aeropuerto a mantener su suministro de combustible mientras la tubería está fuera de servicio y limitará las interrupciones para los viajeros”], afirmó Ferguson, cuyo mandato busca asegurar que SEA pueda continuar operando a pesar de las circunstancias adversas.
La declaración de emergencia también activó cambios regulatorios para facilitar el transporte de combustible por carretera. El decreto temporalmente suspende las regulaciones estatales que limitan las horas de conducción de vehículos comerciales de transporte de combustible, permitiendo que más combustible sea trasladado por carretera hacia el Aeropuerto Internacional de Seattle-Tacoma. Ferguson añadió: “We are in close communication with our state and federal partners. This declaration will help the airport maintain its fuel supply while the pipeline is offline and limit disruptions to travelers.” Esta intervención busca evitar cuellos de botella que afecten la llegada de jet fuel a la terminal y, por extensión, la experiencia de los pasajeros.
En paralelo, varias agencias estatales y federales se mantienen en alerta y coordinan la respuesta: el Departamento de Comercio de Washington, la Comisión de Utilidades y Transporte de Washington, el Departamento de Ecología de Washington y la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA). BP Pipelines North America lidera las labores de reparación y contención, aunque no se ha fijado un plazo para la restauración del flujo, según las autoridades. El conjunto de agencias trabaja para evaluar el alcance del derrame, la cantidad exacta de combustible liberado y la cantidad que ya se ha recuperado, así como para vigilar posibles impactos ambientales.
A nivel operativo, el SEA comenzó a implementar medidas de contingencia el 12 de noviembre de 2025. Las autoridades aeroportuarias indicaron a las aerolíneas que realicen el “ferry” de combustible, es decir, que lleguen con tanques llenos para reducir las necesidades de reabastecimiento en tierra. Esta táctica busca mitigar la demanda de combustible en la pista y evitar interrupciones en el servicio mientras se mantiene la seguridad y la continuidad de las operaciones. En estos momentos, el Puerto de Seattle comunicó que las interrupciones siguen, pero afirmó:
“Aircraft fueling is managed by the airlines, and there are no impacts to flights at this time. SEA operations is working closely with airline partners and Washington state departments on contingency plans”
[“El suministro de combustible para aeronaves es gestionado por las aerolíneas, y en este momento no hay impactos en los vuelos. Las operaciones de SEA trabajan estrechamente con socios de aerolíneas y departamentos del estado de Washington en planes de contingencia”].
El alcance de la situación ha generado preocupación de que, si no se reanuda el suministro antes del sábado 22 de noviembre, podrían producirse interrupciones significativas en las operaciones del aeropuerto. Las autoridades señalan que la tubería Olympic Pipeline suministra gasolina, diésel y combustible para aviones no solo a Washington, sino también a lugares clave de Oregon, lo que convierte esta interrupción en un asunto de importancia regional. Esta realidad confiere a SEA un papel central en la cadena de suministro de combustible de la región y coloca a las agencias estatales en presión para coordinar respuestas rápidas ante cualquier eventualidad que afecte al tráfico aéreo o a la movilidad de miles de pasajeros.
En términos humanos y operativos, no se han registrado lesiones ni impactos directos a personas según las últimas actualizaciones disponibles al 20 de noviembre de 2025. No obstante, el volumen exacto de producto derramado y recuperado continúa siendo objeto de evaluación por parte de BP y de las agencias estatales y federales. A la espera de nuevos datos, la narrativa de la crisis se ha centrado en la necesidad de mantener la conectividad del Aeropuerto Internacional de Seattle-Tacoma y la seguridad ambiental en la región, al tiempo que se gestiona una compleja confluencia de intereses entre transporte, energía y protección ambiental.
La relevancia de Olympic Pipeline para la región se ve potenciada por su alcance de 400 millas y la dependencia del sistema energético en sectores clave. Con una ruta que conecta múltiples instalaciones y nodos logísticos, la interrupción de este ducto desnuda las vulnerabilidades de una red que soporta, entre otros, el abastecimiento de jet fuel para SEA y la demanda adicional que generaría una pausa prolongada en la cadena de suministro. En este marco, la combinación de medidas de emergencia, aceleración de entregas terrestres y una coordinación ministerial de alto nivel se presenta como la estrategia más pragmática para evitar que la crisis se transforme en un cuello de botella que se propague a la temporada de viajes y al turismo de la región.
Las autoridades han dejado claro que el objetivo inmediato es restablecer un flujo estable de combustible sin dejar de vigilar la seguridad ambiental y la integridad de los ecosistemas locales. BP Pipelines North America ha subrayado que la reparación y contención son prioritarias, pero hasta ahora no hay un cronograma definido para la reapertura del tramo afectado. En el terreno, los equipos de respuesta continúan trabajando para contener el derrame, limpiar las zonas afectadas y prevenir que el producto llegue a cursos de agua o a comunidades cercanas. Este esfuerzo se acompaña de una vigilancia estrecha por parte de la EPA y las autoridades estatales, para garantizar que las medidas de mitigación sean adecuadas y que cualquier impacto sea documentado de forma transparente.
El caso, que ha puesto en el centro de la atención a la ciudad de Everett y al área metropolitana, refleja no solo las complejidades de gestionar una infraestructura crítica ante emergencias, sino también la necesidad de una coordinación interagencial que pueda responder con rapidez a cambios impredecibles. La dependencia de Aeropuerto Internacional de Seattle-Tacoma del combustible para operar y el peso de la economía regional hacen que cada hora sin suministro cuente, y que cada movimiento de camión para transportar combustible sea evaluado con lupa para evitar muertes de servicio y garantizar que los vuelos, cuando sea posible, ocurran sin contratiempos.
En un plano más amplio, la situación también prueba la capacidad de las autoridades para comunicar riesgos de manera clara y mantener informados a los viajeros y a la población local. Las declaraciones oficiales, así como la confirmación de que no hay vuelos cancelados ni retrasos reportados hasta el momento, buscan evitar pánicos innecesarios y proporcionar una radiografía realista de lo que está en juego. La atención se mantiene en el progreso de la reparación, la evolución del derrame y, sobre todo, en la posibilidad de reanudar el suministro de jet fuel sin provocar nuevos dilemas de seguridad ambiental o de transporte.
Para aquellos que viajan o trabajan en la región, el mensaje es claro: las autoridades destacan que sea cual sea el desenlace, la seguridad y la continuidad operativa del Aeropuerto Internacional de Seattle-Tacoma son la prioridad. En este contexto, la referencia constante al estado de emergencia subraya la dimensión institucional y la necesidad de herramientas extraordinarias para atravesar una coyuntura que pone a prueba la resiliencia de una red de transporte y energía entrelazada. A medida que BP y las agencias estatales avanzan con las reparaciones y la contención, y mientras el laboratorio de casos de emergencia se mantiene activo, la región espera una resolución que minimice impactos para viajeros y comunidades, sin dejar de salvaguardar el medio ambiente y la economía local.
Para aquellos que buscan entender las implicaciones de esta crisis, una revisión de las medidas adoptadas por el estado y las autoridades muestra un marco de respuesta que combina intervención inmediata, gestión regulatoria flexible y cooperación interinstitucional. En medio de esta compleja atención, el Aeropuerto Internacional de Seattle-Tacoma permanece como un barómetro de la capacidad de la región para enfrentar emergencias logísticas y energéticas, y el progreso de Olympic Pipeline será observado de cerca por comunidades de Washington y del noroeste, con la esperanza de que la normalidad vuelva a tomar el aire en un horizonte cercano.
Para ampliar el contexto institucional, el estado de emergencia no solo moviliza recursos logísticos y de respuesta, sino que también facilita la colaboración entre agencias que, en circunstancias normales, operan bajo marcos distintos. Las autoridades han insistido en la necesidad de transparencia y coordinación, y han señalado que el proceso de recuperación se acompaña de actualizaciones periódicas a medida que se obtienen nuevos datos sobre el derrame y la cantidad de combustible removido. En este sentido, la comunidad se mantiene informada a través de comunicados oficiales y conferencias de prensa que buscan desentrañar, paso a paso, las piezas de una operación que, por su complejidad y su impacto regional, se mantiene bajo constante escrutinio. El tiempo dirá cuántos días más tardarán las reparaciones y la reapertura de la ruta de suministro, pero por ahora la prioridad es contener el daño, asegurar la seguridad pública y garantizar que, cuando llegue el momento, la aviación de la región vuelva a moverse con la fiabilidad que demanda la movilidad de un área metropolitana que no puede permitirse un fallo prolongado en su engranaje logístico.
Para leer más sobre las medidas de emergencia y la respuesta de autoridades, el sitio oficial del gobierno de Washington ofrece actualizaciones y documentación relevante sobre proclamaciones y acciones en curso. Estado de emergencia en Washington. En paralelo, la cobertura continuará siguiendo los avances de BP Pipelines North America y el progreso de las operaciones de limpieza, con la mirada puesta en el próximo parte oficial sobre la cantidad de producto derramado y recuperado, y en un eventual anuncio sobre la reapertura de los tramos afectados de Olympic Pipeline y la normalización de los flujos a Aeropuerto Internacional de Seattle-Tacoma.
Aprende Hoy
Oleoducto Olympic Pipeline → Red de 400 millas que transporta gasolina, diésel y combustible para aviones en el noroeste del Pacífico.
Ferry (combustible) → Práctica en la que un avión llega con tanques llenos para reducir la necesidad de repostar en tierra.
Estado de emergencia → Declaración oficial que permite medidas temporales y coordinación interinstitucional para responder a la crisis.
Este Artículo en Resumen
Una fuga detectada el 11 de noviembre obligó a BP a cerrar el Olympic Pipeline, afectando el suministro de jet fuel a SEA. El 19 de noviembre el gobernador declaró estado de emergencia para flexibilizar el transporte por carretera y aumentar entregas. Aerolíneas están trayendo combustible adicional y equipos realizan excavaciones y limpieza. No se han reportado lesionados ni impactos directos en vuelos mientras las agencias monitorean el suministro hacia el 22 de noviembre.
— Por VisaVerge.com
