Puntos Clave
- Un paletero querido y su esposa fueron deportados a Tijuana el 22 de septiembre de 2025.
 - La familia estuvo detenida desde mayo de 2017 y agotó recursos legales durante ocho años.
 - Aracely Duarte Perez organizó un GoFundMe desde National City para cubrir necesidades básicas.
 
(NATIONAL CITY, CA) Un paletero muy querido de San Diego fue deportado a México el 22 de septiembre de 2025, junto a su esposa, después de casi tres décadas viviendo en la ciudad fronteriza. Su salida cierra una historia que ya era parte del paisaje cotidiano de la comunidad: un hombre que vendía hielo con sonrisas y un aprecio compartido que dejó huellas en clientes, vecinos y familias que lo conocían desde hace años. La deportación, consumada tras una larga batalla legal de ocho años que comenzó con su detención en mayo de 2017, llega en un momento tenso para quienes han estado luchando por una vía para quedarse en Estados Unidos. En un giro que también señala la importancia de la solidaridad cívica, la hija del paletero organizó una campaña de GoFundMe para ayudar a la familia a ajustarse a su nueva vida en Tijuana, México, tras vivir gran parte de su vida adulta en San Diego.

La mujer que ahora lidera la esfuerzo de apoyo es Aracely Duarte Perez, cuya campaña de GoFundMe nació en el marco de una lucha que muchos vieron como un símbolo de comunidades inmigrantes que buscan un equilibrio entre sus raíces y la vida que han construido al otro lado de la frontera. Aunque la campaña no cambia el resultado jurídico, sí representa un intento de sostener a una familia que ha dejado de lado la comodidad de una casa que fue suya durante años para empezar de nuevo en una ciudad que, para ellos, representa más que un lugar geográfico: es un recuerdo de décadas de trabajo, dedicación y lazos que se habían forjado en torno a un puesto de helados, o paletero, que muchos asociaban con la identidad de un vecindario.
La historia compartida por Duarte Perez pinta un retrato humano de lo que significa perder la estabilidad de una vida forjada en una ciudad que se convirtió en hogar. Ella explicó que, tras la detención original y la prolongada lucha legal, el proceso de deportación finalmente se consumó tras agotar todas las vías para evitar la salida. > “I can’t even begin to comprehend the overwhelming outpouring of support and love via kind words, offers of help, and donations, which I would have never imagined, especially via TikTok and the community. God bless ❤️❤️❤️” informó Duarte Perez, citando las palabras de su padre, cuyo nombre completo no fue divulgdo por las fuentes disponibles, pero cuyo rostro y voz eran, para muchos, sinónimo de la identidad de una de las esquinas más conocidas de San Diego.
La familia ha dejado atrás no solo una ciudad, sino una red de vínculos que se había tejido con clientes leales que iban a comprar helados, y a quienes el paletero agradecía públicamente por su apoyo. El propio mensaje de despedida, viralizado en TikTok a petición del propio paletero, se convirtió en un testimonio de la conexión que había construido con la comunidad. En esa plataforma, el video compartía un mensaje de gratitud hacia quienes “compraron helados desde mi papá, les dieron palabras de aliento o simplemente dijeron hola, a quienes se volvieron sus amigos, su familia, su gente y su pueblo: gracias. Dios los bendiga ❤️”, según el texto exacto que dejó la familia para la difusión de la despedida.
La salida, que llevó a la familia a establecerse en un nuevo capítulo en Tijuana, México, también ha puesto de relieve el papel de la comunidad y del apoyo público para las familias migrantes que, tras años de vida en Estados Unidos, deben iniciar un proceso de reintegración en una ciudad de otro país. En San Diego, un lugar que el paletero conocía por su rutina diaria, su figura y su voz quedaron grabadas en la memoria de muchos, desde los clientes habituales hasta los niños que esperaban su turno cada tarde con la emoción de descubrir qué sabor le daría el día.
Los detalles de la procesión legal que llevó a la deportación son parte de un expediente que se remonta a mayo de 2017. En ese momento, la detención marcó el inicio de una contienda que duró años, con idas y vueltas ante las autoridades y las cortes, antes de que se llegara a la decisión final de remover a la familia el 22 de septiembre de 2025. Aunque la noticia de la deportación en sí puede leerse como un final forzado de una historia en la que el paisaje humano de San Diego se convirtió en parte de la memoria de una ciudad, también subraya las realidades de un sistema migratorio que, para muchas familias, significa una lucha continua para quedar con sus comunidades.
La campaña de GoFundMe, organizada desde National City, California, ha buscado financiar el proceso de transición hacia una vida nueva en una ciudad mexicana vecina, con especial atención a la necesidad de apoyar a los dos hijos mayores, que han entrado en el mercado laboral para sostener a la familia, mientras las dos hermanas de Duarte Perez estudian en instituciones de alto prestigio en Estados Unidos: Stanford University y Harvey Mudd College, respectivamente. Este detalle, recogido de las fuentes disponibles, resalta la experiencia de las familias inmigrantes que a menudo combinan trabajo y estudio para sostener a sus familias en circunstancias complejas.
La historia del paletero también es, en parte, una historia de la ciudad de San Diego, donde su presencia convirtió su carrito de paletas en algo más que una oportunidad de negocio: una fuente de encuentro, conversación y comunidad. Para muchos, el sello de su presencia fue la sencillez de su labor diaria, la amabilidad con la que atendía a vecinos y turistas, y la manera en que, con su voz, invitaba a comprar un helado para compartir un momento de alivio en una ciudad que, como muchas otras, puede presentar un paisaje a veces frío o impersonal. Su despedida, que se registró a través de un video en TikTok, dejó claro que el impacto de su figura era intangible pero profundo, como ocurre con muchas historias de migración, trabajo y pertenencia.
Entre las preguntas que rodean este caso, no se han reportado indicios de maltrato durante el proceso de deportación o detalles específicos sobre condiciones físicas durante la salida. En lugar de ello, la cobertura se ha centrado en la despedida emocional, el apoyo de la comunidad y la transición a una vida nueva en México, a la luz de un proceso que, para los familiares, parece haber eliminado la posibilidad de continuidad en la ciudad que, durante años, fue su casa. En ese sentido, la historia de la paletero deportado y su familia encarna un dilema humano que a menudo queda fuera de las cifras y las cronologías legales: la necesidad de una comunidad que sostenga a las personas cuando se enfrentan a decisiones que cambian toda una vida.
A nivel práctico, la campaña de GoFundMe representa una de las vías que las comunidades utilizan para hacer frente a realidades que tardan años en resolverse en los tribunales y, cuando llegan a su fin, pueden dejar a las familias sin una red de apoyo que históricamente les permitió superar obstáculos. En este sentido, la historia de Duarte Perez revela cómo la financiación colectiva puede convertirse en un puente para la reintegración en un nuevo lugar, y cómo las comunidades, incluso cuando deben enfrentarse a la realidad de la separación, buscan maneras de mantener la dignidad y la esperanza de las personas afectadas. El mundo de la paletería en San Diego, una tradición de la ciudad que combina sabor y cercanía, quedará grabado en la memoria de quienes lo conocían y que, como parte de su despedida, ofrecieron palabras de aliento y gratitud a un hombre que, durante años, hizo de un carrito pequeño un símbolo de comunidad.
El dato sorprendente, que se mantiene claro en la memoria de quienes siguieron la historia desde su inicio, es la ciudadanía emocional que rodeó el caso: un hombre que, con cada paleta vendida, forjaba un lazo que hoy se traduce en recuerdos compartidos. El proceso, que inició con un detención en 2017 y culminó en 2025, dejó una estela de preguntas para quienes estudian las dinámicas de las comunidades migrantes: ¿qué significa, en la práctica, vivir años en un país y, de la noche a la mañana, tener que rehacer una vida en una ciudad que está a miles de kilómetros de distancia? En la memoria de San Diego, y en las redes que alimentan una historia que ya forma parte de la experiencia de la migración en la frontera, quedarán para siempre las imágenes de un paletero que dio a su gente una razón para sonreír, incluso cuando el destino parecía pedirle que se fuera.
Para quienes lo vieron diariamente, la partida no es un cierre en silencio. Es, al contrario, un recordatorio de la complejidad de las historias de inmigración que atraviesan generaciones y fronteras, y de la manera en que una comunidad puede sostener a una familia incluso cuando las leyes parecen empujarla en otra dirección. En San Diego, donde el sabor de un helado puede convertirse en un momento de encuentro, la figura del paletero que fue deportado permanece en la memoria de quienes lo conocían y en la promesa de que la ayuda compartida a través de iniciativas como GoFundMe continúa, para muchos, como una forma de mantener la dignidad cuando la vida toma rutas inesperadas. Para Aracely Duarte Perez y su familia, la esperanza ahora es construir una vida nueva en Tijuana, con el respaldo de una comunidad que, a través de palabras, oraciones y donaciones, ha demostrado que la humanidad de la migración también puede caminar de la mano con la compasión y la solidaridad. En un mundo que a veces parece medir todo en números, la historia del paletero deportado y su familia recuerda que lo humano sigue siendo el eje de cualquier análisis.
Para quienes leen estas líneas desde fuera de la frontera, la historia ofrece una oportunidad de mirar más allá de los dilemas legales y mirar a las personas que se encuentran en el corazón de cada decisión. Y para la comunidad de San Diego, la imagen del paletero que ya no está, pero cuyo legado perdura en cada compra de helado y en cada palabra de agradecimiento de los clientes, seguirá siendo un recordatorio de que, detrás de cada historia de migración, hay personas que merecen ser vistas, escuchadas y acompañadas en su camino, incluso cuando la vida las empuja hacia nuevas fronteras. En ese sentido, la noticia de la deportación de un paletero de San Diego no solo es una nota sobre un procedimiento legal: es una historia sobre la gente que, día tras día, comparte su vida con una ciudad que, a su manera, también depende de ellos. Y mientras la familia Duarte Perez se prepara para comenzar de nuevo en México, el eco de aquel video de despedida, grabado por un hombre que vendía helados en la esquina de una calle de San Diego, seguirá recordando a una comunidad que no olvidó y que, a través de una campaña de GoFundMe, demostró que la compasión puede cruzar fronteras, incluso cuando los papeles dicen otra cosa. Para la gente de National City y San Diego, y para quienes siguen la historia en comunidades cercanas, esa memoria tiene un nombre: paletero deportado. Y su legado permanece, con cada cliente que recuerda su sonrisa, con cada donación que llega para sostener a la familia, y con cada paso que toma hacia una nueva vida al otro lado de la frontera. Como se ha visto a lo largo de los años, la humanidad, incluso en medio de la complejidad de la política migratoria, puede encontrar formas de sostenerse, y en el caso de Duarte Perez y su familia, esa forma se llama GoFundMe. Para muchos, este caso no es solo una noticia; es una prueba de la resiliencia de las comunidades cuando la vida cambia de golpe. En esa continuidad de apoyo, San Diego, National City y los lazos familiares que cruzan la frontera siguen siendo un testimonio de que, cuando la gente se une, la historia puede tomar un giro que, si bien no cambia la sentencia, sí redefine la manera en que la comunidad se cuida mutuamente. Y mientras el sol se oculta sobre la frontera, el recuerdo de un paletero deportado, de su voz que invitaba a probar un helado y de una ciudad que lo despidió con una mezcla de tristeza y gratitud, permanece en la memoria colectiva como un recordatorio de que la vida no se detiene ante las decisiones de política migratoria, sino que continúa, con la dignidad de las personas en el centro. Para algunos, ese es el verdadero sabor de la historia: el de una comunidad que aprendió a decir gracias, a abrir la mano y a sostener a los suyos cuando el destino los empuja hacia la frontera de lo unknown. Y en este marco, la historia del paletero deportado, de San Diego a Tijuana, con la GoFundMe como puente, se mantiene viva, una narración que sigue hablando de personas, de familias y de la fuerza de la comunidad cuando la vida les pide que reconstruyan su hogar en un nuevo lugar. Para quienes buscan entender la dimensión humana de la migración, este caso ofrece un recordatorio claro: la compasión, a veces, viaja más lejos que las fronteras. Para Duarte Perez y su familia, el camino continúa, y la historia, lejos de terminar, se reescribe cada día a través de la solidaridad que han encontrado en una ciudad que los conocía, los amaba y ahora los despide para abrazarlos de nuevo desde otra orilla. En medio de esa transición, la figura del paletero deportado queda como un símbolo de la experiencia migratoria: una vida de trabajo y comunidad que persiste, incluso cuando la vida indica un nuevo destino. Y así, con el dolor de la separación y la esperanza de un nuevo comienzo, la historia de San Diego, National City y GoFundMe continúa formando parte de una realidad más amplia: la de personas que buscan un lugar al que llamar casa, sin importar en qué lado de la frontera se encuentren. Para la familia Duarte Perez, ese lugar es México, y para la comunidad que los acompañó, la historia permanece como un llamado a la acción y a la memoria de lo que significa cuidar a los demás cuando las leyes del país parecen separar a quienes han hecho allí un hogar. Para todos, la lección es clara: detrás de cada cifra hay una vida, y detrás de cada vida, una comunidad dispuesta a sostenerla. En San Diego, ese compromiso se ha visto a lo largo de años, y ahora, al mirar hacia la frontera, la gente sabe que, a veces, la historia de un paletero deportado es también una historia de esperanza que se sostiene en la generosidad de otros. Y mientras la familia Duarte Perez comienza a escribir su nuevo capítulo, la ciudad espera, con la memoria de un hombre que vendía helados y con el apoyo de una comunidad que no olvida, que la historia continúe, de la mano de la empatía y la justicia cotidiana. Para siempre, el sabor de ese helado y la voz de aquel vecino quedarán grabados en el relato de San Diego. Para más información, los lectores pueden consultar recursos oficiales sobre procesos migratorios en sitios como USCIS.
Aprende Hoy
paletero → Vendedor ambulante de paletas o helados en palito, a menudo desde un carrito en la calle.
GoFundMe → Plataforma de recaudación de fondos en línea para causas personales como emergencias y reinicios de vida.
detención → Retención temporal por autoridades migratorias mientras se realizan audiencias o procedimientos de deportación.
Este Artículo en Resumen
El paletero y su esposa fueron deportados a Tijuana el 22 de septiembre de 2025, tras una batalla legal de ocho años iniciada con su detención en mayo de 2017. Su hija Aracely organizó un GoFundMe desde National City para cubrir renta y alimentos mientras los padres se reajustan. El video de despedida en TikTok se viralizó y provocó miles de mensajes y donaciones. Los hijos mayores trabajarán en EE. UU. mientras las hijas continúan sus estudios y apoyan a distancia.
— Por VisaVerge.com
					