Puntos Clave
- Alemania ofrece hasta €10,000 como ‘starter bonus’ a afganos en Pakistán que renuncien a la reubicación.
- Entre 2.000 y 2.300 afganos quedaron varados tras la congelación del programa en mayo de 2025.
- Los pagos son escalonados: dinero inicial en Pakistán (p. ej. €2,500) y saldo al llegar a Afganistán o tercer país.
(GERMANY) Alemania oferta pagos en efectivo a afganos varados en Pakistán para que abandonen sus esfuerzos de reubicación bajo un programa previamente aprobado

En una jugada destinada a frenar la presión migratoria y contener el crecimiento de la oposición en las encuestas, el gobierno conservador de Alemania anunció el 5 de noviembre de 2025 una serie de pagos en efectivo dirigidos a afganos que ya habían sido autorizados para trasladarse a Alemania, pero que se encuentran varados en Pakistán tras la congelación del programa de reubicación en mayo de 2025. La medida, descrita por el ministro del Interior, Alexander Dobrindt, como parte de una estrategia más amplia para disuadir nuevos intentos de llegada, ofrece a los beneficiarios la posibilidad de retirar su solicitud de reasentamiento a cambio de un paquete económico que, según las cifras difundidas, busca crear perspectivas de regreso y salida voluntaria hacia Afganistán o hacia otro país tercero. La dinámica puede parecer de alto voltaje humano y político, pues afecta a personas que huyeron de un régimen represivo y que, para muchos, ya tenían un camino parcialmente trazado hacia una vida más segura en Europa.
Entre los afectados se encuentran aproximadamente entre 2.000 y 2.300 afganos que ya habían sido aprobados para la reubicación en Alemania, principalmente individuos en riesgo bajo el régimen talibán o que habían trabajado con fuerzas alemanas durante conflictos pasados. Desde mayo de 2025, cuando el nuevo gobierno tomó posesión y decidió congelar el programa, estas personas se han visto atrapadas en Pakistán, sin la posibilidad de avanzar hacia Alemania. El cambio de rumbo llega en un momento de creciente saturación en la opinión pública alemana y ante un escenario de tensiones políticas en torno al tema migratorio, que ha permitido a la derecha ampliar su influencia en el terreno de la política de asilo.
La oferta de pagos se presenta como un “starter bonus” de hasta €10,000 para quienes accedan a abandonar el programa de reubicación, según lo reportado por las autoridades. El detalle económico, que circula en correspondencia interna y en comunicados de la Secretaría de Interior, señala además que existen pagos adicionales que buscan facilitar la salida de Pakistán: un pago único de €2,500 para facilitar la salida del país, y para las familias, ofertas como €2,750 de inmediato más €11,500 al regresar a Afganistán. En el caso de mujeres solas, la oferta se eleva a €1,500 en Pakistán y, si viajan a Afganistán o a un tercer país, a €5,000 adicionales. En conjunto, el cuadro que circula en las instrucciones oficiales sugiere que, en la práctica, el paquete total podría ascender a alrededor de €12,500 para un “recibo” general, con variaciones según el tipo de destinatario y la configuración familiar.
La implementación del programa marca un claro giro: la primera entrega de pagos ya está disponible en Pakistán y, desde allí, se coordinarán pagos adicionales a la llegada a Afganistán o a otro tercer país. Según el propio Dobrindt, citado por fuentes oficiales,
“It is logical that if we assume that people have no possibility of being admitted to Germany, we offer them some perspective and this is linked to making a financial offer for a voluntary return to Afghanistan or another third country.”
Estas palabras, en su versión original, se han utilizado para justificar la lógica del compromiso económico como una vía para gestionar un proceso que, a ojos del gobierno, ya no apunta a la admisión en Alemania sino a una salida acordada.
La Secretaría de Interior subrayó, a su vez, que
“There are offers within the framework of a voluntary return programme to Afghanistan or departure to another third country. The aim is to give prospects to people who cannot expect to be accepted in Germany.”
Con estas frases, las autoridades buscaron comunicar que las ofertas forman parte de un marco de retorno voluntario y que su objetivo es evitar que personas que difícilmente podrían ser admitidas en Alemania permanezcan bajo un estatus precario. El énfasis está en ofrecer una salida con un sostén económico, no en negar derechos, según el lenguaje oficial, aunque las respuestas en la calle han sido diversas y, en muchos casos, cargadas de desesperación.
La respuesta de la comunidad afectada y de las ONG ha sido mixta y, en algunos casos, de fuerte rechazo. Una de las voces más citadas por las organizaciones involucradas proviene de Eva Beyer, representante de Airbridge Kabul, quien relató la angustia que transmiten los beneficiarios y compartió un mensaje directo de una persona refugiada:
“I’ve been trembling all over and can’t stop crying. I don’t want money or bread, I just want to live in safety.”
Beyer añadió que el sentimiento es de incertidumbre, dolor y, sobre todo, un deseo de seguridad que parece eludir a quienes se han visto empujados a tomar una decisión tan crucial bajo presión económica y social.
A medida que el programa avanza, la reacción entre los solicitantes ha oscilado entre la sorpresa y la indignación. Muchos refugiados han expresado incredulidad ante la oferta, y hasta ahora no se ha registrado ningún caso de aceptación formal de la propuesta. En este punto, la palabra de la gente con la que se ha contactado a través de grupos de asistencia y representación legal recoge un mosaico de emociones: miedo, irritación e incluso la sensación de que el sistema está tratando las consecuencias de una crisis humanitaria con una receta económica, en lugar de una solución basada en derechos y protección internacional.
La medida llega en un contexto más amplio de tensiones con Pakistán. Las autoridades paquistaníes han intensificado las operaciones contra afganos sin residencia formal, con deportaciones ocurridas durante el verano a un ritmo que ha generado preocupación entre las organizaciones de derechos humanos y de derechos de los refugiados. A pesar de un acuerdo alcanzado en septiembre para suspender nuevas deportaciones hasta fines de 2025, las detenciones y arrestos han continuado, dejando a muchas personas en una situación precaria y en un limbo legal que se ha traducido en una necesidad urgente de opciones viables para salir de Pakistán. En este marco, el programa de pagos en efectivo llega como una salida económica que, según el gobierno, pretende disminuir el caudal hacia Alemania y redirigir los esfuerzos hacia reubicaciones o retornos voluntarios.
En el terreno legal, existen narrativas disputadas. Algunos afganos han planteado desafíos ante tribunales alemanes contra la decisión de congelar el programa, y varios incidentes han llevado a resoluciones judiciales que ordenaron la reubicación de ciertos individuos. En notable desarrollo, un grupo de 14 afganos llegó a Alemania la semana pasada tras una sentencia favorable en los tribunales que obligó a responder a casos específicos. Este cruce entre la acción judicial y la política migratoria subraya la tensión entre los principios de protección internacional y las presiones políticas internas que intentan redefinir la política de asilo.
El marco temporal que rodea la iniciativa es claro, con fechas clave que delinean el ritmo de la implementación. El programa fue congelado en mayo de 2025, una pausa que dejó a miles de afganos en una especie de limbo. Sin embargo, las ofertas en efectivo comenzaron a principios de noviembre de 2025, lo que indica una reactivación parcial, condicionada y estratégica. Las autoridades han señalado que los procedimientos para los casos aún pendientes en Pakistán deben completarse antes del fin de 2025, aunque admiten que no todos los casos podrán resolverse en ese plazo. En otras palabras, la ventana de acción está marcada por la necesidad de resultados rápidos frente a la complejidad de los procesos legales, migratorios y de protección que acompañan a un programa de reubicación tan delicado.
La dimensión humana de la noticia está en el centro del relato. Por un lado, Eva Beyer y Airbridge Kabul han trazado un mapa de la experiencia de quienes esperan una decisión que podría cambiarles la vida, iluminando las tensiones entre la esperanza de una vida segura y la realidad de un sistema que parece ofrecer, al mismo tiempo, una salida económica y un camino que no garantiza la aceptación en Alemania. Por otro lado, las familias que han vivido de cerca el dilema de abandonar o permanecer en un país de origen tan volátil como Afganistán, han visto en los pagos en efectivo una especie de salvavidas económico que podría usarse para financiar un viaje de retorno, una casa de campaña temporal o una inversión en seguridad para el periodo de transición.
El programa ha sido articulado por varias entidades, entre ellas el Ministerio del Interior de Alemania, a través de su titular, Alexander Dobrindt, y bajo el paraguas del gobierno de la canciller Friedrich Merz. La narrativa oficial sostiene que la medida es coherente con una estrategia más amplia para gestionar la migración en un contexto de presión social y política creciente. En estas líneas, el objetivo declarado no es negar derechos, sino ofrecer una salida a quienes, desde la óptica del Estado, ya no tienen una posibilidad razonable de ser admitidos en Alemania. En palabras de los portavoces gubernamentales, la intención es evitar que las personas permanezcan en un estatus de espera prolongado sin perspectivas claras, y, en su lugar, presentar una alternativa que, si bien no garantiza la reubicación en Alemania, ofrece una vía de salida segura y económicamente viable hacia Afganistán o hacia un tercer país.
La cobertura de la situación ha estado acompañada por el escrutinio de analistas y expertos en políticas migratorias que, si bien reconocen la necesidad de gestionar flujos migratorios complejos, señalan que las medidas basadas en incentivos financieros deben ir acompañadas de salvaguardas claras para proteger a los solicitantes vulnerables. En este sentido, se ha pedido transparencia en la selección de beneficiarios, criterios inequívocos para la elegibilidad y una supervisión independiente de la implementación de los pagos. Las ONG y los defensores de los derechos de los refugiados advierten que las personas afectadas podrían enfrentarse a dilemas éticos y a dilemas prácticos, especialmente para familias con menores a cargo, cuando se trata de abandonar un programa ya aprobado que, en su propio marco, ofrecía una ruta directa a la seguridad en Alemania.
Más allá de la pregunta de si la oferta es adecuada o no, el debate público subraya una tensión subyacente en la política europea de asilo: la necesidad de equilibrar la responsabilidad humanitaria con la presión política y la demanda de reducir la llegada de nuevos migrantes. En una época donde la opinión pública puede ser decisiva para la dirección de la política migratoria, los gobiernos deben explicar con claridad cómo estas decisiones dialogan con las obligaciones internacionales y los derechos humanos. En el caso de afganos varados en Pakistán, ese equilibrio se manifiesta en una oferta que, para algunos, representa una oportunidad de vivir sin miedo y con un piso económico estable; para otros, es un recordatorio de la dificultad de creer que una promesa pueda hacerse realidad cuando las condiciones de seguridad y bienestar en sus países de origen siguen siendo inestables.
Los datos disponibles hasta ahora muestran que el grupo afectado comprende miles de personas que, de haberse mantenido el programa, hubieran continuado su camino hacia Alemania. En cambio, la nueva realidad impone un cálculo práctico: ¿qué beneficios puede traer un pago en efectivo frente a la realidad de verse obligados a retroceder hacia Afganistán o a buscar un tercer país? En Pakistán, la situación se mantiene volátil; las autoridades de ese país han intensificado las medidas contra afganos sin estatus regular, y pese a las señales de un cese de deportaciones hasta finales de 2025, la implementación de políticas migratorias sigue en constante ajuste, con arrestos y procedimientos que, según las ONG, podrían perseguir a personas que ya llevan años esperando una solución.
La narrativa se acompasa con cifras y experiencias tangibles. En el resumen de la propuesta de pagos, los montos varían entre individuos y familias, con un total que, en la práctica, puede superar los €12,000, dependiendo de la configuración familiar y del tipo de destinatario. Los pagos se estructuran para repartir de manera escalonada las sumas: un primer desembolso en Pakistán y, posteriormente, pagos vinculados a la llegada a Afganistán o a un tercer país. Este diseño, según el gobierno, busca facilitar una salida ordenada y reducir la presión sobre las rutas migratorias hacia Alemania, al tiempo que se mantiene un canal para que las personas afectadas no queden en una situación de vulnerabilidad extrema.
Para quienes siguen de cerca el tema, la pregunta no es solo si estos pagos son suficientes para cambiar el curso de la vida de los afganos varados en Pakistán, sino si la oferta realmente representa una alternativa viable y segura frente a una posible integración en Alemania en el corto plazo. Las voces de los afectos y de las organizaciones que los representan señalan que, si bien la ayuda económica puede aliviar problemas inmediatos, no resuelve los dilemas de fondo: la necesidad de protección internacional para personas que han enfrentado riesgos extremos y la responsabilidad de los Estados de asegurar un marco legal y humano para quienes huyen de la violencia.
En medio de la conversación, el gobierno ha dejado claro que la oferta de pagos no es un castigo ni un castigo inverso, sino una estrategia para gestionar un fenómeno que no se ha desvanecido y que continúa desafiando a las autoridades y a la sociedad. La narrativa oficial sostiene que el marco de retorno voluntario no niega la protección a quienes podrían necesitarla, sino que reconoce que, para algunos, la vía de la reubicación en Alemania ya no está disponible, y que, en ese contexto, la estabilidad, la seguridad y el futuro de estas personas deben buscarse fuera de la vía principal.
Este desarrollo ha dejado un rastro de preguntas pendientes: ¿cuáles serán los criterios exactos para decidir qué solicitante recibe cada tipo de pago? ¿Qué salvaguardas existen para evitar presiones indebidas o coerción para abandonar una solicitud ya aprobada? ¿Qué mecanismos de supervisión garantizarán la transparencia de las transferencias y la protección de los derechos de las personas afectadas? ¿Cómo se coordinarán las autoridades pakistaníes y alemanas para asegurar que el proceso de retorno o de traslado a un tercer país se realice de manera segura y voluntaria? Estas preguntas quedan en el centro del escrutinio público mientras la implementación avanza.
Para quienes buscan un marco más profundo de la política alemana, la presencia del programa y su reactivación parcial subraya que el debate sobre la migración y la asilo en Alemania no está cerrado. En el terreno práctico, sin embargo, la realidad es que afganos varados en Pakistán están viendo una oferta que podría cambiar radicalmente su destino: un conjunto de pagos en efectivo que, si se aceptan, podrían allanar el camino hacia una salida de Pakistán y hacia una nueva etapa de vida, ya sea en Afganistán o en un tercer país. Un camino que, para muchos, puede representar una salida de una situación extremadamente frágil, y para otros, una renuncia a un futuro que parecía posible en Alemania.
El equilibrio entre justicia, compasión y responsabilidad pública continúa siendo evaluado en los despachos gubernamentales y en las salas de los tribunales. Mientras la fecha límite de la estrategia de fin de año se aproxima, se espera que nuevas decisiones, herramientas y aclaraciones lleguen para clarificar qué significa este programa en la práctica para los afganos varados en Pakistán que aún esperan una resolución a su caso y para la política de asilo de Alemania en un periodo de cambios constantes.
Para quienes deseen seguir las actualizaciones oficiales y las bases legales de estas medidas, el Ministerio del Interior alemán mantiene publicadas las declaraciones y los comunicados relativos al programa de retorno voluntario y a las condiciones de elegibilidad. Esta es una vía para entender, con documentación en mano, qué derechos, responsabilidades y opciones quedan para quienes están dentro de este marco de acción. Si se busca un marco documentado de referencia, puede consultarse la página oficial dedicada al programa de retorno, con información sobre criterios de elegibilidad, procedimientos y recursos disponibles para las personas afectadas. Además, para quienes necesiten orientación sobre procesos migratorios, existen guías y formularios oficiales que deben consultarse a través de las plataformas gubernamentales correspondientes, incluyendo la referencia a formularios como Form I-485 para casos específicos que pudieran surgir en otros contextos migratorios, vinculados a enlaces oficiales de procedimientos y requisitos.
Como parte del seguimiento informativo, conviene recordar que la historia de afganos varados en Pakistán y la respuesta alemana no se agota en cálculos monetarios o en cronologías de decisiones. Se trata de una cuestión que combina la precariedad de la vida humana con la complejidad de las políticas públicas, y que, en última instancia, intenta trazar un camino seguro para personas que se encuentran entre la esperanza y la realidad de un retorno forzado o de una reubicación que no está garantizada. En un mundo de flujos migratorios cada vez más dinámamente gestionados, la experiencia de estos afganos podrá servir de espejo para entender mejor los límites y las posibilidades de la diplomacia humanitaria, la protección internacional y la responsabilidad de los Estados ante personas en fuga que buscan una vida sin miedo. Para el conjunto de la historia, estos pagos en efectivo, el programa de reubicación y las reacciones de comunidades, tribunales y ONG conforman una crónica viva de una política que, en su intención, pretende equilibrar seguridad y solidaridad, pero que, en la práctica, exige una precisión humana, un marco legal claro y, sobre todo, la empatía hacia quienes esperan un futuro que no siempre llega.
En resumen, la iniciativa de Alemania para pagar a afganos varados en Pakistán con el fin de cesar sus esfuerzos de reubicación y alentarlos a retornar voluntariamente o a buscar un destino en un tercer país representa un giro táctico en la política de asilo del país. Con un marco de tiempo definido y una mezcla de pagos en efectivo y de incentivos para la salida, el programa se propone como una solución pragmática frente a desafíos legales, humanitarios y políticos que continúan a la vez que se intentan proteger los derechos y la seguridad de las personas afectadas. El camino hacia una resolución completa, sin embargo, sigue siendo incierto, y las voces de las comunidades afectadas, las defensorías de derechos y las instituciones judiciales seguirán marcando el pulso de esta historia que, sin duda, continuará desarrollándose en los próximos meses.
Para ampliar la comprensión de este desarrollo y verificación de los diversos elementos, se recomienda consultar el material oficial disponible a través del portal gubernamental de Alemania, que detalla las condiciones del retorno voluntario y la estructura de los ofrecimientos. official page on the voluntary return program. Para quienes requieren información adicional sobre procesos migratorios y formularios oficiales, pueden seguir los vínculos a las plataformas gubernamentales competentes, y, si corresponde, consultar el formulario Form I-485 en su contexto adecuado a través de los portales oficiales de inmigración.
Aprende Hoy
programa de reubicación → Vía oficial para trasladar a personas aprobadas desde un país de tránsito hacia Alemania bajo acuerdos de reasentamiento.
retorno voluntario → Esquema que ofrece apoyo económico y logístico a quienes aceptan regresar a su país de origen o trasladarse a un tercer país.
starter bonus → Incentivo inicial de hasta €10,000 ofrecido a quienes renuncian formalmente al proceso de reubicación alemán.
Este Artículo en Resumen
Alemania lanzó una oferta de pagos en efectivo el 5 de noviembre de 2025 para cerca de 2.000–2.300 afganos varados en Pakistán, aprobados previamente para reubicación pero retenidos desde la congelación del programa en mayo. El paquete incluye un ‘starter bonus’ de hasta €10,000 y pagos en dos etapas —un primer monto en Pakistán y el resto al llegar a Afganistán o a un tercer país—. ONG y desplazados critican la medida como coercitiva; procesos judiciales han permitido la entrada de 14 personas, pero cientos siguen a la espera.
— Por VisaVerge.com
