Puntos Clave
- Avistamientos de drones cerraron el Aeropuerto de Bruselas la noche del 4–5 de noviembre de 2025, cancelando 54 vuelos.
- Entre 22–28 de septiembre de 2025, incidentes en Dinamarca y Noruega afectaron a más de 20,000 viajeros.
- Drones cerca de la base de Kleine‑Brogel alimentaron sospechas de espionaje; autoridades belgas calificaron los actos de profesionales.
(BRUSSELS, BELGIUM) A medida que el otoño europeo dejó de ser solo estacional para convertirse en un periodo de crisis de seguridad, avistamientos de drones provocaron cierres de aeropuertos y interrupciones de vuelos que afectaron a miles de pasajeros en Bélgica, Dinamarca, Noruega y Alemania a finales de 2025. Las autoridades belgas informaron que el Aeropuerto de Bruselas estuvo cerrado durante la noche, tras ver drones en la tarde del martes 4 de noviembre de 2025, lo que llevó a la cancelación de 54 vuelos y la desviación de 24 operaciones, según el operador del aeropuerto. El cierre provocó que entre 400 y 500 viajeros pasaran la noche en el recinto, mientras 41 vuelos eran cancelados y 24 desviados, con camas, agua y snacks dispuestos para las personas afectadas. Una pasajera explicó la frustración de la jornada:
“I’ve been waiting like close to 5 hours… my first flight was at 7:00 a.m. Then it was postponed to 11:00 a.m. and now to 1:00 p.m. So, I’m still waiting and my connections are also delayed. … The second flight got cancelled and we’re booked on the third flight, but we don’t want to fly anymore. So, we’re trying to reclaim our luggage, but also that’s a slow process. I just want to go home to be honest.”
Esta voce humana, sin embargo, hace juego con la certeza de que el fenómeno no era aislado, sino parte de una escalada que ya tendría varias víctimas en el Viejo Continente.

El ministro de Defensa belga, Theo Francken, afirmó que
“this is not the work of amateurs,”
y describió los incidentes como un intento profesional de desestabilizar el país. Francken añadió que los drones cerca de la base aérea de Kleine-Brogel parecían ser “a spying operation” dirigido a “destabilizing” a la población. En paralelo, el primer ministro Bart De Wever convocó una reunión con ministros de alto rango y el Consejo de Seguridad Nacional para analizar la amenaza, mientras el ministro del Interior, Bernard Quintin, publicó:
“The repetition of incidents linked to drones directly affects the security of our country. … We must take action in a calm, serious and coordinated manner.”
Los avistamientos también se registraron durante el fin de semana cerca de la base militar de Kleine-Brogel, donde se almacenan armas nucleares estadounidenses, aumentando el nerviosismo en una Europa que ya lidia con ciberataques y tensiones de seguridad.
El despliegue de drones no fue exclusivo de Bélgica. En Dinamarca y Noruega, entre el 22 y el 28 de septiembre de 2025, los avistamientos cerca de aeropuertos llevaron al cierre de grandes hubs, entre ellos Copenhague y Oslo, por hasta cuatro horas, afectando a más de 20,000 personas. En Copenhague, 109 vuelos fueron cancelados y 51 reroutings se llevaron a cabo; en Oslo, 11 vuelos fueron desviados y 19 cancelados. La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, calificó el incidente de la capital dinamarquesa como
“the most severe attack on Danish infrastructure so far.”
Jens Jespersen, jefe de la policía de Copenhague, dijo:
“Several large drones had flown over Copenhagen airport Monday evening, forcing a shutdown. … The number, size, flight patterns, time over the airport. All this together… indicates that it is a capable actor. Which capable actor, I do not know. It was an actor that had the capacity, the will and the tools to make their presence known.”
La respuesta institucional dejó en evidencia la magnitud de la amenaza: la policía nacional elevó su estado de preparación a un nivel de “heightened readiness,” un escalón que no se había utilizado desde los ataques terroristas de 2015 en Copenhague. El mando de defensa respaldó a la policía con medidas de contraciberpoder no especificadas públicamente, mientras que otros aeropuertos del país, como Aalborg, Esbjerg, Sønderborg y Skrydstrup, quedaron también bajo medidas de seguridad reforzadas. En Oslo, el gobierno noruego indicó que Rusia había violado su espacio aéreo al menos tres veces en 2025, aunque no confirmó si el último incidente estaba vinculado. La OTAN anunció un incremento de su presencia en la región del mar Báltico, con el despliegue de activos de inteligencia y la fragata de defensa aérea FGS Hamburg. El conjunto de medidas apuntaba a crear una “muralla de drones” que involucraría a Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y Finlandia para fortalecer las fronteras orientales, una idea discutida por los países de la alianza ante una amenaza que, pese a no tener una autoría confirmada, ya mostraba capacidad operativa y alcance geográfico.
En Alemania, la coyuntura también dejó viñetas visibles. El 31 de octubre, los vuelos quedaron suspendidos durante casi dos horas en el Aeropuerto de Berlín Brandenburg por avistamientos de drones, y el 2 de noviembre, la operación de vuelo se suspendió temporalmente en el Aeropuerto de Bremen tras la detección de un dron. Más al este, Polonia, Rumania y los estados bálticos reportaron intrusiones que llevaron al cierre temporal de aeropuertos, con incidentes atribuidos, en parte, a la actividad rusa, según informes de septiembre de 2025. Estonia, Rumania y Letonia registraron violaciones de espacio aéreo en ese periodo, consolidando una narrativa de inseguridad que se extendía más allá de un único país.
El abanico de respuestas no dejó de lado el frente de seguridad y política. Bélgica no ha identificado a los operadores de drones, pero sospecha que se trata de actores profesionales, posibles vinculados a espionaje o a operaciones de desestabilización. En Dinamarca y Noruega, las autoridades no han descartado la posibilidad de intervención rusa, aunque las investigaciones siguen abiertas y no se ha establecido un vínculo directo. En la práctica, la seguridad aérea ha pasado a primer plano: se estudian medidas como la introducción de una “muralla de drones” en Europa Oriental y medidas de ciberseguridad y de manejo de situaciones de emergencia que permitan reaccionar con mayor rapidez ante eventuales futuras intrusiones. De momento, la rapidez con la que se deben emitir NOTAM (Notices to Airmen) y la imposición de restricciones temporales en altitudes bajas constituyen respuestas inmediatas, pero las soluciones a largo plazo tardarán entre 2 y 3 años en materializarse con sistemas anti-drones avanzados.
El impacto económico y humano de estos avistamientos de drones está dejando huellas claras. Las aerolíneas han visto incrementos en primas de seguros, rutas más largas y costos operativos más altos, una combinación que podría traducirse en tarifas más altas para los pasajeros y en una presión adicional sobre las aerolíneas para readaptar su red de vuelos ante una realidad que se siente cada vez más frágil. Más de 20,000 personas se vieron afectadas por la interrupción de vuelos en Copenhague, con 109 cancelaciones y 51 desvíos; en Oslo, 11 vuelos desviados y 19 cancelados sumaron a una cadena de retrasos que dejó a muchos pasajeros rezagados entre conexiones. En Bruselas, la noche de interrupción dejó a cientos de pasajeros varados, con historias que capturaron la ansiedad de quienes trataban de volver a casa o continuar sus itinerarios, y que mostraban la frustración de una experiencia que, para muchos, es esencialmente cotidiana: la necesidad de llegar a un lugar, de reparar un conflicto de agenda o de conectar con trabajos, familiares o compromisos.
La narrativa de estos días no es lineal ni aislada. Mientras Bélgica, Dinamarca y Noruega luchan por entender quién maneja la tecnología que hiere la seguridad de los cielos, la región observa con cautela cómo la OTAN se posiciona ante una realidad donde, incluso sin un solo culpable identificado, la amenaza se siente concreta y presente: drones capaces de maniobrar sobre aeropuertos y bases militares, con el potencial de desestabilizar infraestructuras críticas y práctico control del tráfico aéreo. El gobierno belga, junto con otros en la región, entiende que la respuesta no puede limitarse a la reacción quirúrgica ante incidentes aislados, sino que debe incorporar una visión de defensa civil y cooperación internacional que contemple tanto la ingeniería de sistemas anti-drones como la vigilancia de posibles actores.
En este marco, las experiencias de los pasajeros proporcionan una ventana a la personalidad humana de la historia. En Bruselas, un viajero más resonante entre la multitud de rostros apretados en las puertas de embarque describía su vivencia con franqueza: la incertidumbre de perder conexiones y la lucha por recuperar pertenencias, un proceso que para muchos se transforma en una lucha de paciencia frente a la incertidumbre de cuándo podrá reanudar su viaje. En Copenhague, la declaración de Frederiksen acentuó la gravedad de la situación:
“the most severe attack on Danish infrastructure so far.”
Sus palabras no solo subrayan la autocrítica de un país que se ve en la mira de actores capaces, sino también la presión creciente sobre las autoridades para endurecer la defensa de los medios de transporte crítico. Jens Jespersen aportó una pieza más de la imagen: una constatación de la amenaza visible y del razonamiento tras la respuesta, que apunta a una escena en la que la tecnología moderna —en su forma más osada— puede interrumpir la habitual fluidez de los viajes.
La interconexión entre incidentes y respuestas se observa con claridad en el lenguaje de las autoridades y en la cobertura que han recibido los aeropuertos. En Bruselas, el Aeropuerto se vio obligado a enfrentar un escenario de interrupciones de vuelos que no solo alteró horarios, sino que puso a prueba la capacidad de gestión de crisis de una infraestructura que es, para Bélgica y para la Unión, un punto neurálgico de movilidad. En Dinamarca y Noruega, la respuesta ha sido un reflejo de la dimensión continental de la amenaza: la necesidad de un marco de cooperación que vaya más allá de fronteras nacionales, ya que un dron que vuela sobre un aeropuerto de Copenhague podría, en teoría, representar un riesgo para rutas que cruzan varios países.
Entre las conclusiones cruciales, emergen tres ideas centrales. En primer lugar, los avistamientos de drones se han convertido en una amenaza práctica para la seguridad y la operación de vuelos, con interrupciones que se tradujeron en miles de pasajeros afectados y costos elevados para las aerolíneas. En segundo lugar, la respuesta institucional está evolucionando hacia medidas de defensa más sofisticadas, desde counter-UAS y planes de contingencia de NOTAM, hasta debates sobre “murallas” de drones y cooperación internacional dentro de la OTAN y entre estados miembros de la Unión Europea. En tercer lugar, la seguridad colectiva está expuesta a una nueva forma de amenaza híbrida que combina tecnología, espionaje potencial y la posibilidad de que actores estatales o no estatales busquen desestabilizar infraestructuras críticas sin una respuesta unívoca y rápida.
Para aquellos que planean viajes en los próximos meses, el mensaje está claro: el turismo y la hospitalidad registran pérdidas y la confianza en la seguridad de la red aérea se ve afectada. En Bélgica, Dinamarca y Noruega, los gobiernos han prometido mayor transparencia y coordinación, pero la naturaleza de la amenaza, con su capacidad de proliferar y de maniobrar en condiciones cambiantes, obliga a una vigilancia constante y a una capacidad de respuesta que no se limita a una sola jurisdicción. La historia de noviembre de 2025 deja, de forma inequívoca, el rastro de un fenómeno que desafía la seguridad tradicional, y que obliga a repensar, en el corto plazo, cómo proteger a los viajeros y mantener la conectividad en un continente que busca mantener la normalidad de sus cielos.
Aun cuando nadie ha asumido la autoría de estos incidentes de forma concluyente, las autoridades se comprometen a seguir buscando respuestas y soluciones. En el debate público, y bajo la presión de la opinión internacional, se mantiene la promesa de que la seguridad de los cielos continuará siendo una prioridad, aun cuando las respuestas tecnológicas tarden años en llegar. En medio de este panorama, la experiencia de miles de pasajeros sirve como recordatorio de que la movilidad global, en un mundo cada vez más conectado, requiere una defensa que sea tan ágil como las tecnologías que desafían su continuidad.
Para ampliar la información, el gobierno de Dinamarca ha destacado la necesidad de reforzar la seguridad de la infraestructura crítica y ha señalado, a través de sus autoridades, que la investigación sobre posibles vínculos rusos continúa abierta, sin confirmar todavía una conexión con los incidentes más recientes. En Bélgica, el ministro de Defensa y el primer ministro subrayan que la labor de seguridad debe ser calmada y coordinada, y que la situación exige medidas sostenidas a mediano y largo plazo, con la expectativa de que la tecnología anti-dronas evolucione para cubrir un abanico mayor de escenarios y aeronaves. En Noruega, el gobierno ha comunicado que las violaciones del espacio aéreo rusas siguen siendo un factor de preocupación, aunque no se ha establecido una relación directa con el último episodio. En conjunto, las autoridades resaltan que la cooperación entre países y la inversión en nuevos sistemas son la vía para disminuir la vulnerabilidad de los cielos europeos ante estas nuevas dinámicas de amenaza.
El relato de los días recientes también ha dejado en claro que el impacto humano es profundo y variado. Los pasajeros que esperaban abordar vuelos cancelados o desviados se han visto obligados a reorganizar su vida en cuestión de horas, a veces al borde de la extenuación, y con la incertidumbre de cuándo podrían retomar sus planes. En el corazón de estas historias late la necesidad de una respuesta eficaz que pueda reducir la duración de las interrupciones de vuelos y el sufrimiento de las personas que dependen de la movilidad para su vida diaria. A medida que las autoridades trabajan en soluciones técnicas y logísticas, el desafío permanece: cómo garantizar que los cielos europeos, cada vez más transitados, no se conviertan en una frontera porosa ante una tecnología que, en un abrir y cerrar de alas, puede interrumpir el movimiento de millones.
En resumen, los avistamientos de drones a finales de 2025 han dado forma a un periodo de vigilancia, respuesta y adaptación para las autoridades europeas. La experiencia de Bruselas y las demás ciudades afectadas subraya que la seguridad aérea debe ser vista como un esfuerzo colectivo, con medidas que van desde la disuasión tecnológica hasta la gestión de crisis para garantizar que, incluso ante amenazas impredecibles, los ciudadanos puedan moverse con menor riesgo. En este contexto, la atención internacional permanece alta, y el mundo observa cómo Europa aborda un reto que no tiene fronteras y que, para muchos, será la prueba de la capacidad de las democracias para proteger su conectividad, su economía y, sobre todo, a sus personas. Avistamientos de drones, interrupciones de vuelos y la pregunta sobre quién está detrás de estas operaciones siguen haciendo temblar la confianza, mientras los gobiernos, la industria y la sociedad civil buscan respuestas que permitan volver a volar con mayor certeza. Para quienes viajan y para quienes dependen de la movilidad como un motor de convivencia, la prioridad es clara: modernizar la defensa del espacio aéreo sin perder la humanidad que late en cada puerta de embarque.
Notas finales: este relato se apoya en informes que describen las interrupciones de vuelos y los cierres de aeropuertos citados, así como en declaraciones de Theo Francken, Bart De Wever, Bernard Quintin, Mette Frederiksen y Jens Jespersen, y en las evaluaciones de autoridades noruegas y de la OTAN sobre el alcance de la amenaza. Para entender mejor las medidas de seguridad y las respuestas gubernamentales, puede consultarse la cobertura oficial de la policía danesa y las comunicaciones de las autoridades belgas y noruegas, que siguen desarrollándose a medida que se intensifican las discusiones sobre contramedidas anti-drones y cooperación transfronteriza. [NOTA: enlace oficial gubernamental relevante sobre medidas y NOTAMs]
Aprende Hoy
NOTAM → Aviso a los aviadores — comunicación oficial sobre peligros o restricciones que afectan operaciones de vuelo.
counter‑UAS → Sistemas anti‑drones — tecnologías y tácticas para detectar, rastrear y neutralizar aeronaves no tripuladas.
Kleine‑Brogel → Base aérea belga donde se almacenan armas nucleares estadounidenses; sitio militar sensible con avistamientos reportados.
Este Artículo en Resumen
Avistamientos de drones cerraron el Aeropuerto de Bruselas la noche del 4–5 de noviembre de 2025, provocando 54 cancelaciones y 24 desviaciones y dejando 400–500 viajeros varados. Las autoridades describieron los hechos como profesionales tras reportes cerca de la base de Kleine‑Brogel. Los sucesos siguen a incidentes en septiembre en Dinamarca y Noruega que afectaron a más de 20,000 pasajeros y llevaron a mayor vigilancia de la OTAN. Las medidas inmediatas son NOTAMs y mejor coordinación; la implantación de sistemas anti‑drones avanzados tardará 2–3 años.
— Por VisaVerge.com
