Puntos Clave
- Kemi Badenoch aclara que no se deportará a migrantes legalmente asentados en el Reino Unido.
- El Plan de Fronteras (octubre de 2025) propone una unidad de expulsiones para 150.000 deportaciones anuales.
- Katie Lam dijo que algunos llegados legalmente deberían ‘marcharse’, provocando críticas y ansiedad entre familias migrantes.
(UNITED KINGDOM) La aclaración de la dirección conservadora sobre la política de inmigración llega después de semanas de polémica en torno a las declaraciones de la candidata sombra para el Home Office, Katie Lam, y las respuestas de otros líderes de la oposición. Kemi Badenoch, líder del Partido Conservador, dijo este martes en su discurso de clausura de la conferencia que

“Deport all illegal immigrants immediately upon arrival and all foreign criminals. A new Force to remove 150,000 people a year with no right to be here”
y dejó claro que esa posición no afectaría a quienes ya están legalmente establecidos en el Reino Unido. La oficina de Badenoch informó que la postura del partido se centra en los inmigrantes ilegales y los delincuentes extranjeros, no en quienes cuentan con un estatus legal válido. Esta declaración llega en un momento en que el panorama político británico se encuentra bajo escrutinio por las palabras de Lam y por las posibles implicaciones para los migrantes con estatus legal que residen en el país.
La controversia estalló cuando Lam, en una entrevista publicada por el Sunday Times, afirmó:
“There are also a large number of people in this country who came here legally, but in effect shouldn’t have been able to do so… They will also need to go home. What that will leave is a mostly but not entirely culturally coherent group of people.”
Sus comentarios generaron una oleada de críticas cruzadas entre partidos y sectores de la sociedad civil, con llamados a no confundir a quienes han cumplido las reglas con los que no lo han hecho. Llamaron la atención de que tales palabras podrían erosionar la confianza en la capacidad del Reino Unido para gestionar la inmigración de forma justa y basada en el estatus real de cada persona.
El propio Badenoch defendió la necesidad de separar la retórica de la realidad legislativa y puso énfasis en que la tarea del gobierno es fortalecer los mecanismos para expulsar a quienes no tienen derecho a permanecer, sin tocar a quienes ya están legales. En un contexto de campañas que han enfatizado la necesidad de un control más estricto de las fronteras, la declaración de Badenoch es una señal de que, pese a la furia de algunos, el partido busca calibrar su discurso para no convertir la inmigración en un tema de indiscriminada expulsión de personas que viven y trabajan en el país de forma legal. “Deportar a todos los inmigrantes ilegales, legalmente establecidos, Katie Lam” —no es la consigna oficial— se ha convertido en un estribillo que ha obligado a la dirección a aclarar con precisión qué queda fuera y qué queda dentro de la promesa de seguridad migratoria.
El cruce de reacciones ha sido intenso. Sir Ed Davey, líder Liberal Demócrata, escribió a Badenoch para enfatizar que
“People who have come to the United Kingdom legally, played by the rules and made it their home do not need to ‘go home’. This is their home.”
El tono de la crítica apuntó a la necesidad de proteger los derechos de quienes llegaron con permiso y han contribuido a las comunidades locales. Zack Polanski, líder del Partido Verde, preguntó:
“If we want to talk about coherency, what does this even mean? Who gets to decide what is or isn’t culturally coherent?”
y urgió a un debate más claro sobre la coherencia cultural, sin convertirlo en un pretexto para despojar de derechos a quienes han vivido, trabajado y formado familias en el país. Por su parte, la diputada del Partido Laborista, Rachael Maskell, subrayó la importancia de reconocer la aportación de los migrantes legales:
“If people are granted the right to be in the UK, we must recognise the enormous contribution that they bring and ensure that they and their children are properly integrated into our communities.”
En el marco de estos intercambios, el Partido Conservador ha mantenido una línea que, según sus dirigentes, busca consolidar una seguridad migratoria que permita a las autoridades diferenciar entre quienes están aquí con permiso y quienes no. En octubre de 2025, Badenoch presentó lo que denomina el Plan de Fronteras, centrado en expulsar a los inmigrantes ilegales y a los delincuentes extranjeros, con la promesa de establecer una fuerza de removals similar a las agencias de aplicación de la ley migratoria de otros países para expulsar a unas 150,000 personas al año. El propio plan, descrito por la oficina de Badenoch, subraya que la política no pretende afectar a quienes ya cuentan con un estatus legal.
Este marco se fortalece con los debates de febrero de 2025, cuando el partido propuso medidas para evitar que las personas obtengan la residencia permanente si solicitan beneficios, pero dejó claro que no propone deportar a aquellos que ya están legalmente establecidos. En mayo de 2025, la Conservative introdujo un proyecto de ley que, de aprobarse, revocaría la residencia indefinida para quienes sus ingresos caigan por debajo de £38,700 anuales durante un periodo de seis meses o más, o si ellos o sus dependientes han recibido alguna forma de “protección social”; sin embargo, al estar el partido en la oposición, ese proyecto tiene “cero posibilidades de convertirse en ley” según análisis de los comentaristas políticos y varios representantes de la oposición.
Las voces de la comunidad migrante y de los grupos comunitarios han trazado un retrato humano de la incertidumbre que rodea estas promesas. Un migrante que ha pagado cuotas significativas para regularizar su estatus relató a su círculo cercano que
“Visa fees and associated costs for my spouse and one dependent have totaled about £15,000 ($20,000) so far… ILR will cost another £6,000, if we’re eligible to apply by then.”
Este relato, repetido en foros y redes de apoyo, ilustra el peso de los costos cuando el propio camino hacia la estabilidad legal se percibe cada vez más como un juego de cifras altas y plazos dinámicos. También se han escuchado voces que advierten sobre el daño que una retórica de deportación generalizada podría causar en la cohesión social y en la imagen internacional del Reino Unido como un país de oportunidades basada en la ley y la protección de derechos.
La conversación pública ha planteado preguntas cruciales para el futuro inmediato de la inmigración en el Reino Unido. Con el foco puesto en “deportar a todos los inmigrantes ilegales” como una consigna que, de acuerdo con Badenoch, podría convertirse en una realidad operativa, la promesa de evitar la deportación de personas legalmente asentadas se mantiene como una línea roja en la política del Partido Conservador. Según los documentos y declaraciones del partido,
“no hay planes para deportar a migrantes legalmente asentados.”
La posición actual, sostienen, es clara: la política apunta a las personas que no tienen derecho a estar en el país, especialmente a los inmigrantes que entran o permanecen aquí sin permiso o que cometen delitos graves.
La idea de un marco que distinga entre individuos con estatus legal y aquellos sin él ha sido objeto de un escrutinio intenso. En la práctica, esto significa que los casos de ILR —la residencia indefinida— podrían, en el marco de otras propuestas, ser objeto de revisión si se cumplen ciertos criterios, como la situación de ingresos y la recepción de beneficios sociales. Pero incluso en el seno de la oposición se ha subrayado la importancia de la seguridad y la protección de los derechos de las personas que ya viven en el país. El debate ha girado, por tanto, no solo en torno a la seguridad de las fronteras, sino a la necesidad de garantizar que quienes ya han encontrado una vida en el Reino Unido puedan integrarse de forma estable y segura, con derechos que no dependan de un capricho político.
En este punto, la lectura de la posición conservadora ofrece una señal de continuidad en el marco de un periodo de coyuntura política volátil. Badenoch ha dejado claro que la prioridad es endurecer las herramientas de expulsión para quienes no tienen derecho a permanecer, sin tocar a quienes ya cuentan con un estatus legal. El mensaje de que “Deportar a todos los inmigrantes ilegales, legalmente establecidos, Katie Lam” no forma parte de la versión oficial de la política parece haber calado entre quienes observan de cerca la dinámica de poder, pero la controversia alrededor de Las declaraciones de Lam y la respuesta de otros líderes continúa alimentando un debate que afecta a miles de personas que viven en el país y a comunidades enteras.
Para quienes siguen de cerca el tema, queda la pregunta de cómo estos planes se tradujen en la vida cotidiana. ¿Qué significa, en la práctica, que el gobierno trabaje para retirar a un gran número de personas sin derecho a permanecer y, a la vez, asegure que los que están legalmente asentados pueden continuar con sus vidas sin temor a perder su estatus? ¿Cómo se equilibran la seguridad pública y la protección de derechos de una población diversa que ha crecido en el Reino Unido a lo largo de décadas? En este contexto, la conversación pública parece haberse movido de las consignas hacia una búsqueda de soluciones que sean claras, justas y aplicables, algo que el propio debate político seguirá poniendo a prueba en las próximas semanas.
El público, en particular las familias que han invertido años en establecerse, observa con cautela. Muchos temen que una retórica de expulsiones masivas pueda desincentivar la integración, la inversión en comunidades y el cumplimiento de la normativa, incluso cuando la palabra de Badenoch apunta a no tocar a quienes ya viven legitimamente. En el corazón de la discusión está la pregunta de si el Reino Unido conseguirá, en el marco de un clima político cada vez más polarizado, conservar su reputación de país que acoge a quienes llegan buscando una vida mejor y, al mismo tiempo, mantiene un control férreo de sus fronteras.
Como parte de la cobertura continua, la necesidad de vigilar cada giro de esta discusión permanece. Las fuentes oficiales han señalado que, por ahora, no se contempla la deportación de personas legalmente asentadas; sin embargo, el propio debate público seguirá alimentando una conversación que podría evolucionar con nuevas propuestas legislativas o cambios en la narración mediática. En medio de ello, la pregunta que se repite para muchos observadores y para quienes viven en el país es si estas promesas pueden sostenerse frente a las realidades de familias que ya han construido su vida aquí y que, a diferencia de la retórica, deben enfrentarse a un sistema que decide quién se queda y quién debe regresar.
Para aquellos que buscan claridad, un recurso técnico que podría ayudar a entender las rutas y derechos asociados a la residencia indefinida en el Reino Unido se encuentra en la documentación oficial de migración. Las personas interesadas pueden consultar el marco de residencia indefinida y los criterios de elegibilidad en la página oficial del gobierno británico sobre la residencia indefinida, que incluye información sobre cómo obtenerla y los requisitos de elegibilidad, accesible a través de la página de Form ILR. Este enlace proporciona una visión detallada para quienes buscan comprender el estatus de residencia y las rutas hacia la estabilidad legal, en un contexto que, por ahora, parece más centrado en la contención de quienes no tienen derecho a permanecer que en la eliminación de derechos para quienes ya los poseen.
En definitiva, la claridad de Badenoch sobre que
“no hay planes para deportar a personas legalmente asentadas”
ofrece cierto alivio para comunidades que viven bajo un escrutinio constante. Pero la mezcla de promesas firmes, declaraciones controvertidas y propuestas legales que aún podrían cambiar el resultado final mantiene el debate en un estado de tensión. A la espera de ver si estas políticas evolucionan con el tiempo, lo que está claro es que el Reino Unido seguirá tratando de enfrentar la complejidad de la inmigración: entre la necesidad de seguridad y la responsabilidad de tratar con justicia a las personas que han llamado a este país su hogar. Los próximos meses serán decisivos para entender si la política logra mantener esa balanza, y para saber qué impacto concreto tendrá en las vidas de quienes ya están aquí, y en la percepción internacional de un país que, históricamente, ha buscado combinar firmeza con humanidad.
Aprende Hoy
Residencia Indefinida (ILR) → Estatus que permite residir y trabajar en el Reino Unido sin límite temporal.
Removals → Proceso administrativo y operativo de expulsión de personas sin derecho a permanecer en el país.
Plan de Fronteras (octubre de 2025) → Propuesta conservadora para endurecer el control fronterizo y crear una fuerza dedicada a expulsiones masivas.
Este Artículo en Resumen
Kemi Badenoch intentó aplacar la alarma tras los comentarios de Katie Lam sobre expulsar a personas que llegaron legalmente. Badenoch subrayó que la prioridad conservadora es expulsar a quienes no tienen derecho a quedarse y a delincuentes extranjeros, no a personas con residencia indefinida. El Plan de Fronteras propone una fuerza de removals con capacidad para 150.000 deportaciones anuales. La controversia generó críticas políticas y preocupación entre familias que han pagado elevadas tasas de visado.
— Por VisaVerge.com
 
					
 
                                
                              
		 
		 
		