Puntos Clave
- La Proclamación 10973 (19 sept. 2025) aplica una tarifa de $100,000 a nuevas peticiones H-1B presentadas desde el 21 sept. 2025.
- AAU y la Cámara de Comercio demandaron en la corte de Distrito de Columbia pidiendo una suspensión inmediata por falta de autoridad legal.
- Stanford promedia 270 H-1B nuevas anuales y enfrentaría cerca de $27 millones extra, lo que desplazaría fondos de investigación.
(WASHINGTON, D.C.) En una escalada legal que podría redefinir el costo de traer talento extranjero a la academia y la industria estadounidense, las principales universidades de investigación de Estados Unidos, lideradas por la Asociación de Universidades Americanas (AAU), se unieron a la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en una demanda federal para impugnar la proclamación del presidente anunciada el 19 de septiembre de 2025. La proclama impone una tarifa de $100,000 por cada solicitud de visa H-1B nueva para trabajadores extranjeros que buscan entrar al país por primera vez y que no cuentan con una visa H-1B válida. El pleito fue presentado ante la Corte de Distrito de Columbia y cuenta con el apoyo de un consorcio de asociaciones del ámbito educativo superior y grandes empleadores, según los documentos de la demanda obtenidos por las partes.

La acción legal identifica a la AAU, que representa a 71 instituciones de investigación de alto nivel, entre ellas 69 en Estados Unidos, y a la Cámara de Comercio de los Estados Unidos como demandantes principales. También figuran otros demandantes, como empleadores, grupos religiosos y sindicatos, incluida la American Association of University Professors. El demandado es la administración de Trump, y el objetivo es derogar la Proclamación 10973, una medida anunciada en septiembre que establece ese cobro disparatadamente alto para las nuevas peticiones de H-1B y que, según los demandantes, contraviene la estructura de tarifas prevista por el Congreso y amenaza seriamente la capacidad de las universidades y las empresas para atraer y retener talento global.
El núcleo de la controversia es que la tarifa de $100,000 se aplica exclusivamente a nuevas peticiones de H-1B para individuos que se encuentren fuera de Estados Unidos y que no posean una visa H-1B válida. No se aplica a renovaciones o extensiones de estatus. Además, su vigencia experimenta un periodo de prueba: la tarifa entra en efecto para las peticiones presentadas a partir del 21 de septiembre de 2025 y está prevista que expire en 12 meses a menos que se extienda antes del sorteo de la lotería del H-1B de marzo de 2026. En esencia, el objetivo de la medida, según la administración, es abordar abusos percibidos del programa H-1B, particularmente en el sector de tecnología de la información, donde se alega que se suprimen salarios y se sustituye a trabajadores estadounidenses, aunque ese argumento es rechazada por los demandantes.
En la exposición de motivos de las partes, la AAU y la Cámara argumentan que la tarifa “confronta abiertamente” la estructura de tarifas establecida por el Congreso y que, de no cambiarse, podría “dañar de forma concreta” a universidades y empresas al forzarles a absorber el costo o a reducir la contratación de profesionales extranjeros altamente calificados. Neil Bradley, vicepresidente ejecutivo y director de políticas públicas de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, ofreció una visión contundente desde la defensa empresarial:
“The new $100,000 visa fee will make it cost-prohibitive for U.S. employers, especially start-ups and small and midsize businesses, to utilize the H-1B program, which was created by Congress expressly to ensure that American businesses of all sizes can access the global talent they need to grow their operations here in the U.S.”
Es decir, el costo, sostiene la empresa, podría volverse prohibitivo para empleadores estadounidenses, sobre todo para startups y empresas de tamaño pequeño a mediano, que dependen de esa vía para acceder al talento global necesario para crecer en el país.
En un registro de la demanda, la AAU describió a sus miembros como “centros de innovación y beca de renombre mundial” que dependen del programa H-1B para contratar a nacionales extranjeros altamente cualificados en investigación, docencia y sanidad. Stanford University, citada como ejemplo, ya que maneja un promedio de 270 nuevas visas H-1B por año, podría enfrentarse a costos adicionales de hasta $27 millones anuales en concepto de tarifas si se aplica la medida, lo que podría desviar fondos de la investigación hacia el pago de las visas, según la síntesis de la demanda citada por las partes. Este tipo de impacto se considera representativo de un efecto dominó que iría más allá de un único campus, afectando la forma en que las instituciones académicas planifican sus contrataciones y proyectos de investigación a gran escala.
La acción legal no se limita a las esferas académicas; las cámaras empresariales y varias asociaciones de educación superior han señalado que, si se mantiene la tarifa, podría lastrar la competitividad de la economía estadounidense y la capacidad de atraer talento global, particularmente en campos críticos como la salud, la ingeniería y la informática. En respuesta a estas preocupaciones, el American Council on Education (ACE) y 29 asociaciones de educación superior enviaron una carta al Secretario de Seguridad Nacional, Kristi Noem, el 23 de octubre de 2025, solicitando una exención para colegios y universidades y calificándola como un “carga extraordinaria e innecesaria”. La carta enfatizaba que la medida podría socavar la capacidad de Estados Unidos para competir y atraer talento mundial, advirtiendo sobre consecuencias para campos estratégicos y vulnerables de la economía, como la sanidad, donde la demanda por especialistas es particularmente alta.
La demanda subraya que, a diferencia de las otras tasas administrativas habituales que pueden presentar variaciones, la etiqueta de $100,000 se presenta como una carga que podría obstaculizar el flujo de talento hacia instituciones que dependen de la movilidad global para la investigación y la enseñanza de vanguardia. En este marco, el pleito llama a un fallo inmediato para suspender la aplicación de la tarifa mientras el litigio continúa, con la expectativa de que el fallo judicial decidirá no solo si la tarifa se mantiene o se anula, sino también la forma en que el programa H-1B podría evolucionar en el futuro cercano. La acción judicial ocurre en medio de discusiones más amplias sobre la necesidad de ajustar las políticas de inmigración para asegurarse de que el sistema siga sirviendo a las metas de innovación y seguridad, sin entorpecer la atracción de talento global clave para el desarrollo económico y científico de la nación.
Para el tramo de la defensa frente a la demanda, el gobierno ha argumentado que se trata de una medida temporal enfocada en corregir abusos y no supone una restructuración permanente del programa H-1B. Sin embargo, los demandantes sostienen que, aun con fines temporales, la tarifa altera de manera sostenida la accesibilidad y la rentabilidad de la vía H-1B y, por lo tanto, tendría efectos duraderos en las estrategias de contratación de universidades y empresas. En este contexto, la Asociación de Universidades Americanas y la Cámara de Comercio de los Estados Unidos han pedido al poder judicial que emita una orden de emergencia para frenar la aplicación de la tarifa, lo que permitiría a las instituciones continuar con sus planes de contratación y a las empresas mantener proyectos de expansión y colaboración internacional. Las cifras relacionadas con patrocinios y solicitudes de H-1B han estado en el centro de un debate más amplio sobre la necesidad de ajustar el marco de visas para el talento global, con voces que advierten sobre la posibilidad de que la medida propicie un déficit de habilidades críticas en áreas de alta demanda.
La narrativa de la noticia también destaca que la tarifa no cubre las renovaciones o extensiones para titulares actuales de H-1B y que el Impuesto sobre Horas y otras tarifas administrativas siguen existiendo, con costos ya elevados que pueden variar entre varias decenas de miles de dólares por solicitud. Aun así, este nuevo cargo de $100,000 marca un umbral sin precedentes, y, como señalan los críticos, podría generar un efecto disuasorio significativo para aspirantes internacionales y para las instituciones que buscan aprovechar la diversidad de conocimientos global que suele nutrir la investigación académica y las capacidades de innovación. Las instituciones académicas de alto nivel y los sectores industriales sostienen que el costo no solo afectaría a la contratación de científicos y docentes extranjeros, sino también a la capacidad de universidades para competir por financiación internacional, colaborar con centros de investigación extranjeros y enriquecer sus campus con perspectivas diversas.
En el terreno práctico, el costo de la tarifa aparece como un obstáculo directo para procesos que ya eran complejos, y su impacto podría sentirse de inmediato en las decisiones de patrocinio de visas para nuevos puestos de trabajo en investigación, enseñanza y medicina. El pleito señala que, para las universidades grandes, la cifra de gasto podría traducirse en recortes en proyectos de investigación o en recortes de personal que, de otra forma, habrían sido posibles con financiamiento externo y con talento internacional. En este contexto, el movimiento de la AAU y la Cámara de Comercio de los Estados Unidos representa un frente unido de actores que, desde la academia hasta la industria, buscan defender un régimen de inmigración que permita la movilidad de talento sin que el costo actúe como una barrera infranqueable.
Entre las cifras y los ejemplos concretos que la demanda entrega para ilustrar su posición, se cita el caso hipotético de Stanford University: con un promedio de 270 nuevas visas H-1B al año, enfrentaría un costo adicional de aproximadamente $27 millones en un ciclo anual solo por la aplicación de la nueva tarifa, lo que, según los demandantes, podría forzar la redistribución de fondos destinados a la investigación para cubrir el gasto de visas. A este tipo de ejemplos se suma la experiencia de otras instituciones y empresas que, según la demanda, ya están reportando que algunas de ellas han detenido patrocinios de H-1B para nuevos empleados provenientes del extranjero o han pospuesto proyectos que dependen de talento internacional. Estas experiencias, presentadas como pruebas de daño inmediato, fortalecen la narrativa de una comunidad que argumenta que la tarifa no solo afecta a grandes centros de investigación, sino a empresas emergentes y medianas que constituyen el ecosistema de innovación de Estados Unidos.
El calendario de la controversia ya se está moviendo en los tribunales, con la petición de una orden de suspensión provisional para evitar la implementación de la tarifa mientras continúa la revisión judicial. En la práctica, aquello podría significar la diferencia entre una ventana de oportunidad para acuerdos y un camino hacia una litigación extensa que podría redefinir la política de visas de alta calificación. En paralelo, organizaciones como la Asociación de Universidades Americanas y la Cámara de Comercio de los Estados Unidos continúan abogando ante el poder público para obtener una exención que proteja a las instituciones académicas y a las empresas que dependen de este flujo de talento.
El debate está, por supuesto, impregnado de argumentos económicos y sociales. Quienes defienden la medida sostienen que una revisión cuidadosa del programa H-1B es necesaria para asegurar que la entrada de talento extranjero no desplaza a trabajadores estadounidenses ni socava la integridad salarial. Por su parte, los opositores sostienen que la experiencia de ciertos sectores, como el tecnológico y el sanitario, ya muestra señales de agotamiento en la capacidad de patrocinio de visas, lo que podría traducirse en una brecha de habilidades para áreas fundamentales del desarrollo nacional. En medio de ese choque de perspectivas, la experiencia de universidades y empresas, que ya han empezado a adaptarse ante el nuevo marco, se convierte en un termómetro de la viabilidad de un sistema que pretenden conservar abierto sin perder la competitividad global.
La historia reciente de la política de inmigración ha mostrado que las medidas de alto costo para visas pueden generar respuestas de los actores afectados que van desde la reorganización de equipos de investigación hasta cambios en las estrategias de contratación internacional. En este caso, la demanda subraya que la tarifa no solo afecta a individuos o a un sector aislado, sino que tiene implicaciones en la capacidad de universidades para sostener laboratorios de investigación punteros, hospitales académicos y programas educativos que dependen de una mezcla de talentos nacionales y extranjeros. El cruce entre la academia y el sector empresarial, representado por la AAU y la Cámara de Comercio, busca una solución que preserve la movilidad de talento sin erigir barreras que, a juicio de ambas partes, podrían debilitar la posición de Estados Unidos como líder en innovación.
Con el camino hacia la resolución aún por escribir, la atención internacional se centra en los próximos giros judiciales y posibles negociaciones que podrían definir si la tarifa de $100,000 encuentra una vía para ser mantenida en un marco de contención, o si la corte detiene su implementación mientras se revisa su fundamento legal y su impacto en el ecosistema de alta tecnología, ciencia y educación. En este contexto, el uso de la frase “tarifa H-1B” adquiere una resonancia especial, ya que representa no solo un cálculo financiero, sino una pregunta about la forma en que Estados Unidos decide competir por el capital humano que impulsa sus universidades y empresas en un mundo cada vez más conectado. Para las instituciones que dependen de la diversidad de talentos internacionales, la demanda presentada por la AAU, la Cámara de Comercio de los Estados Unidos y otros actores clave no es simplemente un litigio; es una apuesta por mantener un sistema de migración de alto nivel que permita que la investigación, la enseñanza y la innovación continúen avanzando sin ser obstaculizadas por un cobro que, según sostienen, podría convertir el talento global en un recurso demasiado caro para tocar.
Con miras a la realidad de que la decisión judicial podría definir el rumbo de la movilidad de talento durante el próximo año, las partes interesadas esperan un fallo que no solo determine la viabilidad de la tarifa, sino que establezca un precedente sobre la manera en que se implementan ajustes en una de las herramientas más potentes para la competitividad estadounidense: el acceso a científicos, ingenieros y profesionales de la salud formados en todo el mundo y deseados por universidades y empresas de vanguardia. Y mientras el entorno legal se abre camino, la conversación pública continúa, con académicos y ejecutivos subrayando que una política de inmigración eficaz debe equilibrar la protección laboral de los trabajadores estadounidenses y la necesidad de atraer talento que sostenga la innovación y el crecimiento económico a largo plazo. La pregunta, en última instancia, es si el sistema de visados de alta calificación puede adaptarse para seguir siendo una puerta abierta a la colaboración internacional sin sacrificar la seguridad y la estabilidad económica interna. En cualquier caso, las próximas semanas serán decisivas para el futuro inmediato de la tarifa H-1B y para la manera en que Estados Unidos negocia el delicado equilibrio entre protección laboral y atracción de talento global.
Para quienes siguen la evolución de este asunto, las implicaciones son claras: las instituciones académicas, grandes empresas y asociaciones de defensa de la educación superior observan con atención cada giro en el proceso legal, conscientes de que el desenlace podría afectar directamente la capacidad de Estados Unidos para competir en ciencia, tecnología y medicina a escala internacional. En medio de la espera, el tema permanece vivo en las agendas de gobiernos, universidades y cámaras empresariales, que buscan soluciones que mantengan el flujo de talento sin que ello ponga en riesgo la integridad de las prácticas laborales ni la economía nacional. En este marco, la tarifa H-1B, su interpretación legal y su impacto práctico en la contratación de trabajadores extranjeros seguirán siendo, durante semanas y quizá meses, un eje central de la conversación pública sobre la inmigración y la competitividad global de Estados Unidos.
Para aquellos interesados en los detalles técnicos y las rutas formales, la página oficial de información de la visa H-1B mantiene una guía para trabajadoras y trabajadores extranjeros y para empleadores, con las condiciones, procesos y tarifas pertinentes. Las personas y organizaciones afectadas, como la Asociación de Universidades Americanas y la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, esperan que cualquier revisión futura del programa reconozca la necesidad de un sistema que permita contratar talento global sin crear cargas financieras desproporcionadas que, al final, podrían dañar la capacidad de Estados Unidos para liderar en áreas críticas de la ciencia y la economía. En tanto, la Corte de Distrito de Columbia continúa evaluando el caso, y las partes involucradas sostienen que la resolución tendrá efectos directos sobre cómo las universidades planifican su futuro y cómo las empresas diseñan sus estrategias de crecimiento en un mundo cada vez más interconectado.
Para quien desee profundizar en el marco legal y las implicaciones de la tarifa H-1B, pueden consultarse recursos oficiales sobre visas de trabajo temporal y el estado actual del programa. Asimismo, la conversación sobre tarifas y exenciones se enmarca en un debate más amplio sobre políticas de inmigración que buscan equilibrar la necesidad de protegerás empleos domésticos con la urgencia de incorporar talento internacional que alimenta la innovación. En este contexto, las referencias a la tarifa H-1B, la AAU y la Cámara de Comercio de los Estados Unidos no son meros símbolos de un conflicto jurídico, sino señales de un debate estratégico sobre el rumbo de la economía estadounidense y su capacidad para mantenerse a la vanguardia en ciencia, medicina y tecnología.
Para completar el marco de este artículo, es crucial destacar que la demanda en sí misma representa un llamado a la acción para una revisión cuidadosa de la política de visas de alta calificación. Las instituciones de educación superior y las grandes empresas que patrocinan talento extranjero ya han advertido sobre las consecuencias prácticas de la medida, subrayando que la competitividad nacional depende de la capacidad de atraer y retener a los mejores científicos y profesionales del mundo. En un país que negocia con frecuencia su influencia global a través del liderazgo académico y empresarial, la resolutiva decisión de la corte o la eventual renegociación de la política de visados podría convertir este episodio en un hito que defina, durante años, la relación entre innovación, empleo y migración.
Notas finales sobre el contexto: esta historia se ubica en un momento en que la economía mundial se ve reforzada por un flujo constante de talento internacional que, en ámbitos como la medicina de vanguardia, la ingeniería y las ciencias, impulsa descubrimientos y avances con impacto directo en la vida diaria de las personas. La historia de estas investigaciones y disputas legales resalta la interdependencia entre universidades, empresas y gobiernos para sostener un ecosistema de innovación que no solo crea empleos, sino que también genera soluciones para desafíos globales. En ese marco, la tarifa H-1B no es sólo una cuestión de números; representa una evaluación de cuánto está dispuesta a pagar una nación para mantener su liderazgo en las fronteras del conocimiento.
Para lectores que buscan referencias oficiales sobre el programa H-1B y sus costos, existen guías detalladas en sitios gubernamentales que describen las condicones de elegibilidad, el proceso de patrocinio y las tarifas asociadas. Por ejemplo, la información sobre el programa H-1B y sus procedimientos puede consultarse en la página oficial de USCIS, que ofrece orientación para empleadores y trabajadores. USCIS H-1B visa information. Este enlace proporciona un recurso autorizado para entender el marco actual y las modificaciones recientes que podrían afectar a las Instituciones de Educación Superior y a las empresas que dependen de la movilidad internacional del talento. En paralelo, la narrativa de la demanda y las respuestas de las partes involucradas seguirán vigentes en los próximos meses, a medida que el tribunal de Washington examine el alcance legal de la proclamación y las posibles excepciones o efectos temporales que podrían aliviar la presión sobre universidades y empleadores en medio de un entorno de alta necesidad de talento.
Aprende Hoy
Proclamación 10973 → Orden presidencial del 19 de septiembre de 2025 que impone una tarifa de $100,000 a nuevas peticiones H-1B para solicitantes en el extranjero.
Visa H-1B → Visado temporal de trabajo para ocupaciones especializadas que requieren al menos un título universitario o equivalente.
Asociación de Universidades Americanas (AAU) → Consorcio de 71 universidades de investigación que defiende los intereses de la educación superior.
Cámara de Comercio de los Estados Unidos → La mayor organización empresarial del país que representa a empleadores y presiona por políticas favorables al comercio.
Orden preliminar (suspensión) → Mandato judicial solicitado para detener la aplicación de una política mientras se resuelve la demanda.
Cambio de estatus F-1 a H-1B → Proceso habitual por el cual estudiantes internacionales en EE. UU. (F-1) pasan a estatus H-1B tras la graduación.
Costos administrativos → Gastos ya existentes por procesamiento de visas, que normalmente varían entre $1,500 y $5,000 por petición.
Este Artículo en Resumen
La Proclamación 10973 del 19 de septiembre de 2025 aplica una tarifa de $100,000 a nuevas peticiones H-1B presentadas desde el 21 de septiembre para solicitantes en el extranjero sin H-1B vigente. La AAU y la Cámara de Comercio demandaron en el Tribunal de Distrito de Columbia, pidiendo la suspensión inmediata de la medida por considerarla una imposición sin autoridad estatutaria. Los demandantes sostienen que la tarifa, además de los costos administrativos existentes, obligará a universidades y empresas, especialmente startups y medianas, a reducir contrataciones, posponer proyectos y desviar fondos de investigación y enseñanza. La tarifa dura 12 meses salvo prórroga y no cubre renovaciones o cambios de estatus desde alumnos F-1, pero muchos reclutas clave siguen afectados. El fallo judicial determinará si la tarifa permanece durante el próximo ciclo de H-1B y el alcance de su impacto en la competitividad estadounidense.
— Por VisaVerge.com
