Puntos Clave
- Ingenieros de PIA se negaron a autorizar aeronaves desde el 3 de noviembre de 2025, causando decenas de cancelaciones.
- Al menos 55 vuelos afectados; informe de la aerolínea registró siete cancelaciones y 39 retrasos, 12 internacionales dañadas.
- Ingenieros denuncian ocho años sin aumento y escasez de repuestos; la dirección amenaza sanciones según la ley de 1952.
(KARACHI, PAKISTAN) El caos se apoderó de los aeropuertos pakistaníes cuando Pakistan International Airlines (PIA) canceló y retrasó decenas de vuelos en todo el país a partir del lunes 3 de noviembre de 2025, después de que los ingenieros de la aerolínea se negaran a emitir las autorizaciones de seguridad en protesta por salarios y condiciones laborales. Centenares de pasajeros, incluidos numerosos peregrinos que buscaban realizar Umrah, quedaron varados en los aeropuertos de Karachi, Lahore, Islamabad y Rawalpindi, con algunos obligados a dormir en las terminales o a buscar rutas alternativas. La magnitud de las interrupciones y su impacto humano subrayan la fricción entre las exigencias de seguridad y las tensiones laborales que sacuden a una compañía estatal en medio de un proceso de privatización.

La magnitud de los trastornos se fue descubriendo a lo largo de los días. El primer balance oficial mostró que al menos 55 vuelos se vieron afectados el lunes, con cinco cancelados en Karachi, Lahore e Islamabad. Pero a medida que se extendía la jornada, las cifras se hacían más claras: siete vuelos fueron cancelados y 39 llegaron con retraso a lo largo del país, según funcionarios de PIA. Doce vuelos internacionales se vieron interrumpidos, con rutas que iban hacia Muscat, Jeddah, Dammam y Dubái entre las más afectadas. Entre los itinerarios directamente impactados figuran Karachi-Skardu y Lahore-Karachi, así como Lahore-Muscat en los vuelos PK-329 y PK-330, cancelados, y Karachi-Lahore PK-302, que sufrió un retraso de más de 14 horas. El vuelo PK-300, entre Karachi e Islamabad, no despegó como estaba previsto, mientras que los vuelos Islamabad-Gilgit PK-601 y PK-602 no operaron. El PK-233, que iba de Islamabad a Dubai, registró un retraso de 9 horas. En el conjunto de rutas, los vuelos que conectaban Islamabad con Dammam, Jeddah y Madinah también sintieron demoras y cancelaciones. En total, la cadena de interrupciones de vuelos dejó en el aire a cientos de pasajeros, entre ellos un gran número de peregrinos que llegaban o regresaban de Umrah, que pasaron horas esperando en las terminales o buscando soluciones alternativas.
La protesta de los ingenieros ha sido explícita y sostenida. La Sociedad de Ingenieros de Aeronaves de Pakistán (SAEP) afirmó que los ingenieros no están en huelga, pero sí se niegan a otorgar las autorizaciones de aeronaves que consideran no aptas para volar, citando preocupaciones de seguridad y de normativas.
“Anything they don’t consider airworthy won’t get clearance,” sostuvo una fuente de SAEP.
Los portavoces de la SAEP indicaron que los ingenieros no han visto un aumento salarial en ocho años y que existe una marcada escasez de repuestos, además de denuncias sobre presiones desde la dirección para aprobar vuelos que contravendrían las normas de aviación. Los manifestantes han estado usando brazaletes negros durante más de dos meses, y afirman que la gerencia se niega a negociar:
“Even during this long, peaceful protest, the airline’s management didn’t bother to sit down and talk to them,” afirmó SAEP.
En este marco, SAEP sostiene:
“We could not put passengers’ lives at risk because of pressure from the airline’s management.”
La dirección de PIA respondió con medidas disciplinarias y una estrategia de refuerzo temporal de seguridad. La aerolínea ha empezado a trasladar ingenieros entre ciudades—seis profesionales desde Peshawar hacia Karachi—y ha advertido que tomará medidas disciplinarias y legales severas contra aquellos considerados responsables de interrumpir operaciones. El CEO de PIA advirtió que
“Any engineer responsible for disrupting operations would face tough measures.”
Detrás de estas palabras hay una lectura amplia: la gestión sostiene que la protesta está diseñada para sabotear el proceso de privatización de la aerolínea, ahora en sus etapas finales, según la portavoz de PIA, Abdullah Hafeez Khan.
“The main objective of this movement is to sabotage the ongoing process of PIA’s privatisation, which is now in its final stages,” añadió, y subrayó que “The SEAP has no legal standing. Using safety as an excuse to collectively stop work is a planned attempt to derail PIA’s privatisation.”
El marco legal ha sido invocado como argumento para justificar la represión de la protesta. Pakistan Essential Services (Maintenance) Act, 1952, está en vigor, lo que hace ilegal la huelga o las interrupciones de servicio, y el portavoz de PIA advirtió que
“All individuals involved in such conspiratorial activities, or those supporting them, will face legal action.”
En paralelo, la aerolínea ha recurrido a personal de ingeniería de una empresa privada para mantener operaciones, con resultados limitados: sólo dos vuelos pudieron ser cubiertos por este personal sustituto, y la dirección señaló que busca apoyo de otras aerolíneas para reanudar operaciones con mayor celeridad.
La disputa se desenvuelve mientras el gobierno continúa con su mandato de privatizar PIA, una condición vinculada al programa de rescate de 7.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Cuatro compañías participan en el proceso de privatización: Arif Habib Limited, Fauji Fertiliser Company, Air Blue y Lucky Group. Desde la perspectiva de la dirección de PIA, las interrupciones de vuelos y la negativa de autorizar aeronaves son tácticas que buscan obstaculizar este proceso, una lectura que añade capas de complejidad a una coyuntura ya tensa.
La lista de interrupciones, que abarca entre el 3 y el 5 de noviembre de 2025, ofrece una instantánea de la magnitud del conflicto. En torno a PK-302 (Karachi–Lahore) se registró un retraso superior a 14 horas, y PK-306, otro trayecto entre las mismas ciudades, quedó cancelado. PK-304 sufrió un retraso de 10 horas, mientras que los vuelos Lahore–Muscat PK-329/330 fueron cancelados. En Islamabad, PK-601 y PK-602 (Islamabad–Gilgit) no operaron, y PK-233 (Islamabad–Dubai) registró un retraso de 9 horas. Entre las rutas afectadas figuran también PK-218 (Peshawar–Doha) y PK-286 (Doha–Peshawar), con retrasos de 18 horas; PK-245 (Islamabad–Dammam) con 7 horas de retraso; PK-761 (Islamabad–Jeddah) con 12 horas de retraso; y PK-747 (Lahore–Madinah) con 14 horas de retraso. En conjunto, el panorama pintaba un cuadro de interrupciones de vuelos que no eran aisladas sino reflejo de un conflicto laboral que se dirime en los pasillos de una empresa clave para la economía pakistaní.
Para las personas directamente afectadas, la experiencia fue de incertidumbre y estrés. Aunque no se disponía de nombres de pasajeros individuales o testimonios de afectados en las fuentes disponibles para este informe, las imágenes de largas colas, salas de espera llenas y peregrinos que entraban y salían de las terminales dejaron claro que el daño social va más allá de los números. La presencia de Umrah pilgrims añade una dimensión humana adicional: un grupo de personas que viajan, buscan cumplir un mandato religioso y se encuentran atrapados en un cuello de botella provocado por una disputa que gira en torno a la seguridad, la financiación interna y la estrategia de privatización de una de las mayores aerolíneas de Pakistán.
A medida que se acercaba la fecha límite para la applicación de medidas coercitivas, la situación seguía en evolución. En el momento actual, según informes de operación, los vuelos comenzaron a reiniciarse de forma gradual gracias a la incorporación de apoyo técnico de empresas externas, pero los retrasos y las cancelaciones persistían. El conflicto no había encontrado aún una resolución; el personal técnico mantenía su decisión de no clearar aeronaves que consideraban no aptas, y la gerencia mantenía su postura de tomar medidas legales contra quienes participaran en las interrupciones de vuelos. En este contexto, la cobertura de las autoridades, así como de otros actores gubernamentales, se centraba en evitar que el conflicto se extienda y en minimizar el daño a los pasajeros y a la reputación de la aviación pakistaní.
Para quienes observan de cerca la aviación y la economía, la situación en PIA representa un dilema entre seguridad y viabilidad operativa en un sector sensible. La seguridad de las aeronaves no puede comprometerse, y el coste humano de un fallo podría ser enorme, un factor que los ingenieros destacan como su principal responsabilidad. Por su parte, el gobierno y PIA insisten en que la privatización es un objetivo estratégico para modernizar una empresa que ha enfrentado años de tensiones internas, inestabilidad y desapego entre la dirección y su plantilla. Las partes sostienen narrativas distintas sobre la motivación real de las protestas, y lo que resulta claro es que, por ahora, las interrupciones de vuelos persisten en rutas clave del país y que la seguridad, más que nunca, se mantiene en el centro de cada decisión.
En Karachi, Lahore, Islamabad y otras ciudades, la vida cotidiana de miles de personas que dependen de PIA para desplazarse —trabajo, estudio, trámites médicos, o visitas familiares— se ha visto sacudida por un conflicto que va más allá de un simple paro técnico. Las autoridades, el personal de ingeniería y la empresa se encuentran en una lucha por definir las reglas de juego para un futuro de la aerolínea que muchos esperan esté ligado a mejores estándares de seguridad y sostenibilidad, en un entorno económico complicado por las exigencias del FMI y por las tensiones propias de un proceso de privatización que promete cambios significativos en la estructura de una de las piezas clave de la movilidad pakistaní.
Para los pasajeros, la experiencia de estos días ha sido recordatorio de la fragilidad de la logística moderna cuando falla un eslabón esencial. Las interrupciones de vuelos, la demora de conexiones y la imposibilidad de planificar con anticipación crean costos directos: pérdidas de tiempo, gastos adicionales para reestrutures de viaje y la ansiedad de quienes confían en PIA para cumplir con compromisos apremiantes. En un país donde la aviación desempeña un papel crítico en la conectividad interna y con el resto del mundo, la disputa entre la dirección de PIA y la SAEP plantea preguntas sobre la gobernanza de las empresas estratégicas en tiempos de reformas y sobre cuál debe ser el umbral mínimo de seguridad que no debe comprometerse bajo ninguna circunstancia.
Mientras tanto, las autoridades gubernamentales siguen insistiendo en que las acciones están amparadas por la ley, y que la seguridad de los pasajeros es la prioridad. En una situación de tensión que combina servicios esenciales, economía y política, las próximas semanas serán determinantes para saber si la privatización de PIA logrará avanzar sin que las preocupaciones de seguridad se vean eclipsadas por el impulso de una reforma estructural. La experiencia de estos días no sólo mirarà a la respuesta inmediata a las interrupciones de vuelos, sino que también definirá el rumbo de una aerolínea nacional que, para muchos, representa un símbolo de la capacidad del país para reinventarse en un mundo de competencia y regulación cada vez más exigentes.
Para aquellos que deseen entender mejor el marco institucional que rodea el conflicto, las normas sobre servicios esenciales siguen siendo relevantes. En el plano oficial, la autoridad aeronáutica y el marco legal aplicable forman parte de un entorno difícil de navegar cuando se entrelazan seguridad, empleo y privatización. Más allá de las disputas inmediatas, lo que está en juego es la capacidad de Pakistán para mantener una red aérea confiable, cumplir con las salvaguardias de seguridad y asegurar que las interrupciones de vuelos no se conviertan en una norma diaria que afecte a millones de personas que confían en su aerolínea nacional para conectarse con el mundo.
Para las autoridades y la dirección de PIA, el desafío es demostrar que la seguridad no es una variable negociable, incluso en un contexto de privatización y presiones operativas. Para los ingenieros, la responsabilidad es proteger la vida de los pasajeros y cumplir con estándares regulatorios que no se pueden relativizar por ningún motivo. Y para los usuarios, el desafío es permanecer informados, mantener la paciencia y buscar rutas y soluciones cuando la continuidad de los servicios se ve comprometida por una controversia que, por ahora, no tiene una resolución clara a corto plazo.
En el marco de la conversación pública, un punto destacado es el esfuerzo de PIA por estabilizar operaciones, que se está haciendo con un enfoque mixto de mantenimiento de la flota y apoyo de terceros, con la esperanza de que el servicio vuelva a la normalidad en las próximas jornadas. Sin embargo, la cuestión de fondo permanece: ¿cómo equilibrar salvaguardias de seguridad, derechos laborales y objetivos de privatización en una de las empresas más emblemáticas del país? La respuesta, en última instancia, será determinante para la confianza de los pasajeros y para la credibilidad de una industria que, hasta hace poco, representaba un pilar de la conectividad social y económica en Pakistán.
El episodio de noviembre de 2025 deja claro que la seguridad y la eficiencia de un sistema de transporte tan sensible como el aéreo requieren diálogo constante entre autoridades regulatorias, empleadores y trabajadores. Mientras tanto, los vuelos interrumpidos y las esperas largas, junto a las promesas de restablecimiento gradual, continúan marcando la cotidianeidad de miles de personas que esperan una resolución que, se espera, llegue con claridad y con garantías de que la seguridad no se negocia, ni siquiera ante las presiones de un proceso de privatización que promete cambios profundos pero que, por ahora, está entrelazado con la incertidumbre que rodea a la mayor aerolínea de Pakistán.
Para completar la lectura sobre el estado actual de las operaciones y las medidas adoptadas por las autoridades, se recuerda que hay un canal institucional para información actualizada y que la aviación pakistaní continúa operando bajo las salvaguardias de seguridad y la normativa vigente, con el objetivo de minimizar el impacto de estas interrupciones de vuelos sobre los usuarios y la economía del país. Pakistan Civil Aviation Authority continúa proporcionando información oficial sobre el estado de los vuelos y las medidas de seguridad, mientras que las autoridades siguen evaluando las implicaciones de la disputa para el proceso de privatización y para la seguridad aérea a corto y medio plazo.
Aprende Hoy
Autorización de seguridad → Firma formal de un ingeniero autorizado que confirma que una aeronave cumple los estándares de mantenimiento antes de volar.
PIA → Pakistan International Airlines, la aerolínea nacional de Pakistán que opera rutas domésticas e internacionales.
SAEP → Sociedad de Ingenieros de Aeronaves de Pakistán, el grupo cuyos miembros se negaron a otorgar las autorizaciones.
Pakistan Essential Services (Maintenance) Act, 1952 → Ley pakistaní que prohíbe huelgas y paros en servicios esenciales, incluida la manutención del transporte.
Este Artículo en Resumen
Desde el 3 de noviembre de 2025, ingenieros de PIA dejaron de firmar autorizaciones de seguridad por impagos y falta de repuestos, afectando al menos 55 vuelos y 12 servicios internacionales. La aerolínea pidió apoyo de ingenieros externos, transfirió personal y anunció posibles acciones legales bajo la ley de 1952. Los retrasos y cancelaciones persistieron hasta el 5 de noviembre, dejando a pasajeros, incluidos peregrinos de Umrah, varados y complicando conexiones domésticas y hacia el Golfo.
— Por VisaVerge.com
